La profundidad de Su amor ¿Sabes cuán profundo es?

Publicado el 21 de enero de 2023, 4:26

Si alguien realiza una acción amorosa a su favor, existen cuatro formas en las que puede ver la profundidad de ese amor:

Una es por el alto precio de la obra. ¿Cuántos inconvenientes o sacrificios costaron al que le amó? Mientras mayor sea el sacrificio, mayor es el amor. Si consume toda una tarde y mucho   sudor,  tiene  un nivel de amor, pero si cuesta la vida de quien le ama, es otro nivel.

Una segunda manera de ver la profundidad del amor es percatarse de cuán inmerecido es usted de este acto de amor, Jesús dijo: “porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles?” (Mateo 5:46-47). En otras palabras, la profundidad de nuestro amor es mostrada no solo por la medida de nuestro sacrificio, sino por darlo a personas que no nos recompensarán –y que de ninguna manera merecen tal sacrificio. El amor que nos controla es el amor auténtico de aquellos a quienes hemos agraviado fuertemente.

Una tercera forma de ver la profundidad del amor es por la grandeza del beneficio que viene a nosotros en el acto de amor. Si una persona dice que nos ama con su sacrificio, pero no somos verdaderamente ayudados por su amor, pudiéramos comenzar a preguntarnos si este tipo de amor significa realmente algo. El amor no es solo hacer un sacrificio. Amar es contribuir a la vida de alguien, y mientras mayor es el regalo, más sorprendente es el amor. Juan escribió: Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1ra de Juan 3:1).

Finalmente, vemos la profundidad del amor que alguien nos muestra por lo gratuito que es. Jesús nos ha amado en todas esas formas y a un nivel que va más allá de la comprensión humana.

La profundidad del amor de Dios por nosotros es vista en esto: cuando Él escogió amarnos, aun al costo de la vida de Jesús, no éramos dignos de Su amor. De hecho éramos dignos de su ira. Merecíamos Su castigo por nuestros pecados en Su contra. Y Su amor es demostrado así – exactamente así- en que no Él esperó ninguna mejora moral en nosotros. Todo el sacrificio fue hecho mientras aun éramos pecadores. El amor de Dios es dado a los indignos y a los que no se esperaba para que nunca nos jactemos ante Dios. Siempre seremos humildes porque una misericordia gratuita y pura nos salvó.

Pero no solo éramos débiles, éramos “impíos”. La palabra significa irreverentes. No temíamos a Dios. No teníamos respeto por Dios. Éramos impíos. Así éramos cuando nos amó y dio su Hijo por nosotros. Lo que es tan sorprendente de esta palabra “impío” es que es usada en Romanos 1:18 cuando Pablo dice: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad” Lo que significa que, para todos los que confían en Cristo, el amor de Dios triunfó sobre la ira de Dios, y les salvó. Así que éramos pecadores culpables, débiles y desamparados, impíos y merecedores de la justa y santa ira de Dios. Y, en lugar de todo eso, nos amó y dió a Su Hijo para morir para que pudiéramos vivir. Dios nos amó mientras éramos enemigos. Dios sacrificó su Hijo por nosotros mientras éramos enemigos. 

Cuán necesario es que nuestras raíces estén guiadas hacia este amor. Bebe profundamente de este amor. Edifica tu vida sobre este amor. Y si anhelas experimentarlo cada vez más ora, ayuna y ruega, que Dios derrame su amor en tu corazón por el Espíritu Santo. Esto es avivamiento, este es el gran despertar por el que oramos.

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