
“Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” Romanos 12:20-21
¿Eres cristiano? Entonces eres seguidor de uno que murió por Sus enemigos. Somos llamados a amar a nuestros enemigos (Romanos 12:20), y a que venzamos el mal con el bien (Romanos 12:21) basando nuestro accionar no en el mérito de nuestros enemigos, sino en lo que Cristo hizo por nosotros. Cristo amó a Sus enemigos (y de esa manera) venció el mal con el bien. Ninguno de nosotros sería un cristiano si Cristo no hubiera amado a Sus enemigos y vencido nuestro mal, nuestra rebeldía y obstinación con Su muerte y resurrección.
Dice Romanos 5:10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por Su vida.” Una vez hubo enemistad entre nosotros y Dios. Venía de ambos lados, el nuestro y el Suyo. Nuestros corazones eran obstinados, rebeldes e insubordinados (Romanos 8:7; 5:6,8), y Su ira estaba sobre nosotros por causa de nuestra rebelión (Romanos 1:18; Juan 3:36; Efesios 2:3). Él estaba justificadamente airado con nosotros y nosotros merecíamos Su castigo eterno. Pero entonces llegó aquella ida a Jerusalén, aquel plan de Dios, aquel rostro determinado a ir hacia los inevitables, horribles y gloriosos eventos designados por Dios para derramar Su justa ira y hacer expiación de nuestro pecado. Pero ¿por qué? ¿Cuál era el objetivo de todo esto? Mateo 20:28, “El hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” El significado de Su muerte, fue el rescate… un pago hecho para liberar a las personas del poder mortífero del pecado. Cristo venció el mal de nuestro pecado con el bien de Su propia muerte y resurrección, es de este modo como un Dios santo y justo puede justificar a pecadores como nosotros.
Nuestra deuda era impagable, cada cosa “buena” que hace el ser humano para salvarse solo ensancha más su culpabilidad… pagar está deuda sin Cristo requiere una eternidad en el infierno. Salmo 49:7-8 (NVI) dice. “Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente” Usted no puede redimirse a sí mismo de su pecado, y ningún hombre puede redimirle a usted. Este es el error de todas las religiones del mundo. Todas tratan de encontrar vías para que el hombre se redima a sí mismo. Pero Dios dice que esto es imposible. “NADIE puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.” Luego el versículo 15 de éste Salmo dice: “Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque Él me tomará consigo.” Un simple hombre nunca podría pagar un rescate impagable. Pero Dios puede. Y ahora sabemos cómo Dios lo hizo. Lo hizo al enviar a Su Hijo, quien era un hombre, Él era el Dios-Hombre. Y no sólo pudo, sino que efectivamente lo hizo, pagó el rescate por todos los pecados de todas las personas que le recibirían a Él y Su perdón.
Oración: amado Dios tu palabra dice que es tu deseo que cada uno de nosotros seamos plenamente capaces de comprender cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento aprendido o experimentado del amor en esta vida, y solo existe un modo para conocer tal amor y no es a través del camino de las posesiones o logros terrenales sino única y exclusivamente a través de la cruz, oh Señor que al comprender tu amor podamos ser llenos de toda tu plenitud, que al comprender tu amor mi corazón sea compungido e impulsado a amarte con todas mis fuerzas. Amén
Añadir comentario
Comentarios