
“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” Romanos 5:17, 19
Hay una mentira común que se interpone en el camino del evangelio. A menudo, es moralismo: pecadores que saben que son pecadores que realmente quieren venir a Cristo, pero que asumen que primero deben limpiarse para ser dignos de Él. Esto es una mentira y una mentira sumamente peligrosa. No es así como funciona el evangelio, en absoluto. Parece que uno de los mayores obstáculos para que las personas se conviertan es el pensamiento, “Nunca podré hacerlo. No puedo estar a la altura. He leído lo suficiente de la Biblia para saber que se supone que debes amar a tus enemigos. Y se supone que debes matar las obras de la carne y yo no puedo”. Este pensamiento desalienta y aleja a muchos de la cruz.
La razón por la que es una mentira es porque Dios estableció el evangelio de tal modo que está objeción quedase eliminada. Dios ha establecido un evangelio que dice: “No te preparas en nada para la salvación”. Cualquiera que piense: “Tengo que arreglar mis acciones, no sabes lo que he hecho”- Dios lo sabe, y es irrelevante, solo cuenta para evidenciar tu necesidad de salvación. Somos salvos por una obediencia ajena realizada por Cristo, contada como nuestra al recibirla. Tal vez has pensado “No puedo, soy malvado y estoy sucio, y si me tocas, Jesús, te vas a ensuciar”. Pero Cristo viene a ti con gracia (ofreciéndote lo que no mereces), con obediencia (Su obediencia) y con vida para ti que estás muerto en delitos y transgresiones… y tú solo debes decir: lo quiero, lo necesito y confiaré en ello... Descansaré en Él “.
Cuando por la gracia de Dios llegues a creer de ese modo eres salvo. Eres contado justo. Eres hecho hijo de Dios para siempre. Y debido a que eres justo en Cristo, la ira de Dios se quita. Y cuando se quita la ira de Dios, Él es totalmente para ti. El Espíritu Santo vendrá a tu vida y comenzará a ayudarte a conquistar toda esa basura de la que pensabas que tenías que deshacerte antes de creer, somos salvos de la ley del pecado y esa salvación nos hace competentes para vencer el pecado. No lo trabajas, Él lo hizo. Su obediencia es tuya, Su gracia es tuya, Su vida es tuya… de ese modo se inicia la peregrinación que un día nos llevará al cielo.
Oración: Señor mis obras dan testimonio que estoy perdido, por más que me esfuerzo no puedo limpiarme completamente de mi maldad… mis buenas obras siguen siendo incompletas e inservibles para completar la justicia que tú demandas de mí, Señor estoy desesperado porque te necesito, pero no puedo acercarme a ti, desesperado porque sé cuál será mi pago y si tú hoy vienes a mí con gracia, obediencia y vida yo lo quiero para mí, yo ruego por ello y te pido que en tu misericordia hagas de mí una nueva creación. Amén
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