
“Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios” Romanos 11:22ª
Se nos manda a que miremos no solo la bondad de Dios, la cual anhelamos mirar, ¡y debemos mirar! También se nos manda mirar la severidad de Dios, la que muchas veces no deseamos mirar. No mirar la severidad de Dios es un acto de desobediencia peligroso y despreciable. Es semejante a un padre enseñando a un hijo como un horno es de mucha utilidad en la cocina; el horno es bueno, pero no decirle nunca a un niño pequeño que este horno es muy peligroso, y que algunas veces puede herir gravemente si se usa de manera inadecuada, es en sí mismo un acto peligroso y despreciable. Por tanto el mandamiento a contemplar la severidad de Dios es un mandamiento lleno de amor. Y los que nos desaniman para no ver ni creer esta severidad no nos están haciendo un favor.
En nuestros días enfrentamos muchas herejías, una que ha tomado bastante fuerza está empeñada en impedir que las personas contemplen la severidad de Dios, sus esfuerzos están enfocados en que se contemple sólo la bondad de Dios y no Su severidad. Está enseñanza aleja a la iglesia de la verdad bíblica, hiere a las personas y deshonra a Dios. Cuando la Biblia dice: “Mira la severidad de Dios” deberíamos hacerlo. Y la severidad de Dios incluye la verdad sobre la existencia del infierno como un castigo eterno. Esta realidad es profunda y aterradora. Hablar de la severidad de Dios ligeramente, o no hacerlo, o hablar de ella de manera que cambie el sufrimiento por el hecho de no sentir nada, simplemente prueba que no comprendemos su horror. No ha habido una persona que haya exagerado los horrores del infierno. Escasamente podemos sobrepasar las imágenes que Jesús utilizó: “lloro y crujir de dientes”; “donde el gusano no muere” (Marcos 9:48); “fuego inextinguible”(Mateo 3:12; Marcos 9:23); “fuego eterno” (Mateo 25:41); “el infierno de fuego” (Mateo 18:9); “castigo eterno” (Mateo 25:46); “agonía en la llama” (Lucas 16:24). La parte importante de esta realidad es que estamos destinados a estremecernos, estamos hechos para temblar y sentir temor. Estamos destinados a rechazar esta realidad, no para negarla sino para huir de ella a los brazos de Jesús, que murió para salvarnos del castigo eterno.
La revelación de la verdad del infierno en la Escritura está destinada a llenarnos de temor ante la gloria que ha sido despreciada. Es casi increíble que la muerte de un hombre (Dios mismo hecho hombre: Jesucristo) pueda soportar el castigo infinito en sustitución de todo el que se arrepiente y confía en Él. El infierno es un eco de la gloria de Dios, revela la grandeza de la gloria que ha sido rechazada y la grandeza del sufrimiento de Jesús porque Él soportó ese infierno por todos los que creen.
Oración: misericordioso Señor que en tu amor soportas con paciencia nuestras debilidades y obstinaciones, exaltamos y damos honor a tu sabiduría, el como has designado las cosas para bien de los que te aman y para gloria de tu Nombre. Oh Señor guárdanos de ignorar o siquiera menguar la verdad del infierno, concédenos una comprensión plena de tu severidad manifestada en el infierno y un corazón que tema y huya a tus brazos para ser librado de la ira venidera. Amén
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