Que sea Dios quien decida el valor de ser madre

Publicado el 15 de marzo de 2023, 21:17

Creer que lo que Dios dice acerca de los niños es verdad no es lo mismo que vivir como si fuera verdad.  Las madres necesitan creer que el trabajo que estamos haciendo es importante, que honra a Dios, que importa eternamente que lo hagamos bien. Y necesitamos recordar estas cosas cuando estamos físicamente exhaustos, emocionalmente agotados y espiritualmente desgastados. Puede ser difícil de creer, que lo que está haciendo es un trabajo glorioso de edificación y proclamación del evangelio… La carne quiere ver la tan subestimada labor de la crianza, y quiere revolcarse en sentimientos por no ser vista o comprendida. La carne quiere creer que lo que pueden ver fácilmente los ojos cansados ​​es todo cuanto hay por ver. Esto es todo. Tú, la madre desaliñada de todos estos niños sucios, estás desperdiciando tu vida. Te conformaste, has sido engañada, y ahora se demuestras que has sido una tonta sin ambición. Pero la carne, como siempre, no está de nuestro lado, debe ser vencida por la fe. No debe ser escuchada ni colocada en una posición autoritativa o creíble.

Para todo ese cúmulo de personas que se proponen reinventar la sociedad en que viven, todos aquellos que están convencidos que están haciendo un mundo nuevo, para todos ellos los niños no son una bendición, no son una recompensa. No son nuestra herencia. Muchos probablemente elegirán un perro porque están convencidos que el éxito se mide por sus deseos, y lo habrán hecho bien cuando se hayan complacido a sí mismos. Pero para los cristianos, no podemos imaginar que en realidad estemos construyendo este mundo, o las reglas. No estamos planeando el propósito de nuestra propia vida: Dios el Creador lo ha hecho y nos ha dado Su palabra. Esta es la verdad sobre el mundo real, sobre lo que realmente importa, sobre lo que debemos valorar, perseguir, creer y vivir. Dios ya ha decidido estas cosas, y no están en el aire para que las decidamos nosotros.

Lo que necesitamos más que nada es impregnarnos más profundamente en la verdad de la palabra de Dios, dejar que esos pensamientos incrédulos sean expulsados ​​verdad de las Escrituras. Porque lo que Dios dice es la realidad, y no podemos ni debemos querer salirnos de ella. Dios dice: “He aquí, heredad de Jehová son los hijos, y cosa de estima el fruto del vientre. Como flechas en la mano del guerrero son los hijos de la juventud. ¡Bienaventurado el hombre que llena su aljaba de ellos! No será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta. (Salmo 127:3-5). Tristemente muchos creyentes se han alejado de casi todo en este pasaje. No quieren esa recompensa. Todo esto resulta ser una bendición que no quieren. . . pero resulta que no hay nada en el mundo tan pesado, tan glorioso, tan deseable como las bendiciones de Dios. Él es misericordioso. Él está haciendo grandes cosas por nosotros. Nuestro Dios es el Dios viviente, lo que Él dice sobre el mundo es la realidad, y lo que el mundo dice sobre Él no es más que una niebla.

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