
“Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida” 2 Corintios 1:8
Si Pablo hubiese detenido en este versículo su relato podríamos con toda razón decir: eso no suena como esperanza creciente. Eso no suena como regocijo. Pero para bendición nuestra el continúa: “a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9).
Encontramos esperanza al final de nosotros mismos y más allá, al final de todo lo que podemos hacer, decir y sentir, sólo si allí encontramos a Dios. El sufrimiento produce esperanza porque nos muestra, como nada más puede hacerlo, que podemos manejar más de lo que pensamos, con Dios. En otras palabras, el sufrimiento produce resistencia. A medida que nos apoyamos en Dios, Él nos fortalece con todo poder, “conforme a la potencia de su gloria, para toda perseverancia y paciencia con gozo” (Colosenses 1:11).
El sufrimiento también fortalece la esperanza al revelar y refinar quiénes somos en realidad. Puede que no nos guste lo que revela el sufrimiento. Pensábamos que éramos amables y gentiles, hasta que nuestro hijo tiene otro episodio de desobediencia. Pensábamos que nuestra fe era firme e inquebrantable, hasta que un ser querido enferma. El sufrimiento sacude nuestras almas, sacando el pecado a la superficie, revelando lo peor de nosotros. Y, si Dios ha comenzado Su obra en nosotros, el sufrimiento también revela y nutre lo mejor que Dios ha hecho en nosotros. El apóstol Pedro describe la belleza y el valor de este doloroso proceso: “Por es, aun cuando por algún tiempo tengan que pasar por muchos problemas y dificultades, ¡alégrense! La confianza que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se pone a prueba con los problemas. Si ustedes pasan la prueba, su confianza (en Dios) será más valiosa que el oro” (1Pedro 1:6-7)
Cuando confiar en Dios duela, cuando no podamos conectarnos con Él u encontrar esperanza en lo que parece una oscuridad impenetrable causada por el sufrimiento. Necesitas paz y no es posible encontrarla en ningún otro lugar además de Cristo. Sólo así tu fe cambiará radicalmente. Encontraras una paz inexplicable y una esperanza que quizás no hayas experimentado antes: una vida fácil y sin problemas no puede ofrecer nada más que el disfrute del presente. Pero el sufrimiento produce en nosotros algo inquebrantable. Nadie supera el sufrimiento sin cambios. El sufrimiento nos cambiará. La pregunta es si nos cambiará para mejor, acercándonos a Jesús y haciéndonos más como Él.
Oración: misericordioso Señor y Dios Todopoderoso, levanto mi voz para suplicar en tu presencia esa provisión para recibir, sobrevivir y soportar el sufrimiento. Oh Señor haz del sufrimiento un servidor de mi paz, esperanza y alegría en ti. Amén
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