El inefable bien que produce el sufrimiento

Publicado el 10 de marzo de 2023, 22:30

Cuando llega el sufrimiento, hay una mayoría que no le acepta y lucha contra él… algunos pocos se detienen y piden a Dios que les dé lo que necesitan para sufrir bien. A veces, el mismo sufrimiento se convierte inesperadamente en la respuesta a esta oración.

Una experiencia del sufrimiento, con la presencia y la ayuda de Dios, pueden prepararnos para otra experiencia futura de sufrimiento. Las Escrituras en realidad van más allá y dicen que cuando recibimos y experimentamos el sufrimiento de cierta manera, podemos comenzar a regocijarnos en nuestro sufrimiento. No he sufrido tanto como muchos, pero he sufrido lo suficiente como para querer saber cómo sucede eso, ¿cómo podemos regocijarnos aún en medio de nuestros sufrimientos? ¿Qué filtro milagroso podría poner en mis días más difíciles para hacerme responder así? ¿Cómo es posible que la alegría eche raíces y florezca en la tierra oscura y seca del sufrimiento? Uno de los textos más claros en este sentido es Romanos 5:3-4 “Nos regocijamos en nuestros sufrimientos, sabiendo que el sufrimiento produce perseverancia, y la perseverancia produce carácter, y el carácter produce esperanza”. 

Como creyentes no solo estamos llamados a recibir y tolerar el sufrimiento cuando llega; se nos llama a regocijarnos en elloNuestra esperanza no solo sobrevive al sufrimiento; sufrir extrañamente fortalece nuestra esperanza. El sufrimiento produce perseverancia, la cual produce carácter, la cual produce esperanza¿Se ha sentido así su experiencia de angustia y pérdida? Ahora bien, el sufrimiento en sí mismo no produce esperanza desde cero. El sufrimiento no creará esperanza donde no la hay. Pero puede servir para fortalecer y refinar una esperanza ya viva. No importa lo que suframos y el tiempo que suframos, nadie sufre bien sin una esperanza real y permanente en Dios.  Antes de que el sufrimiento pueda fortalecer nuestra esperanza, primero debemos poner nuestra esperanza más profunda y fuerte en Dios. Aquellos que pueden regocijarse en la experiencia del sufrimiento que les da esperanza solo pueden hacerlo porque tienen alguna esperanza sobre la cual construir. Ya se gozan en la esperanza de la gloria de Dios.

Eso significa que el primer paso para sufrir bien es morir a toda nuestra confianza en nosotros mismos y aprender a confiar en Dios. Si el sufrimiento te vuelve hacia adentro (como suele ocurrir), es probable que caigas en espirales descendentes de desesperación, como le sucede a tantos. Sin embargo, si el sufrimiento eleva tu mirada hacia alguien más allá de ese dolor o problema, entonces puede convertirse en una escalera hacia una mayor valentía y alegría. La escalera puede ser ardua y angustiosa, pero puede llevarte a un terreno más firme y a campos más hermosos, si no eres tu propia esperanza en el sufrimiento. El sufrimiento no se rebajará a servirte si no doblas tu rodilla ante Dios.

 

Oración: misericordioso Dios Omnipotente tu pones al servicio de nuestro bien tu providencia, tu eres quien hace todas las cosas según el designio de tu voluntad y sólo en ti puedo encontrar esperanza verdadera en medio de toda oscuridad impenetrable. En tu mano están mis tiempos, mi vida nunca ha estado a merced de las circunstancias sino en tu mano y delante de ti me humillo para que no sea como yo quiero sino como tú quieres. Amén

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