Oír sin querer obedecer condena

Publicado el 6 de marzo de 2023, 22:57

“…Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” Lucas 8:12

 

Hay muchos que aunque escuchan la Palabra de Dios que se predica, lo hacen por cualquier razón, menos por un deseo auténtico de permitirle la entrada a lo íntimo de sus almas. El suelo de sus corazones está ya demasiado ocupado; otros pies lo hollarán y rápidamente borrarán las pisadas del sembrador, y en cuanto a la buena semilla, se quedará donde cayó pero no tendrá cabida en el hombre interior, no dará ningún fruto y estará al alcance de la mano de Satanás para ser arrebatada.

Dice la Palabra que el diablo no vino sino para robar, matar y destruir (Juan 10:10), esa es su obra en la vida de todos los hombres, y su poder se hace mucho más efectivo a causa de la condición del alma del hombre: es fácil que los pájaros recojan la semilla que está expuesta sobre un camino hollado. Si el suelo hubiera sido bueno y la semilla hubiera penetrado en él, ellos tendrían una mayor dificultad; pero un corazón endurecido favorece en gran medida la obra del diablo; no necesita usar de violencia ni de astucia; la palabra que no ha sido recibida, permanece allí sobre la superficie del alma, y él la quita. El poder del maligno proviene grandemente de nuestra propia maldad.

Lo cierto es que oír y conocer la Palabra de Dios no es lo que hará una diferencia en nuestra eternidad y en nuestra relación con Dios, usualmente existe una inmensa mayoría dispuesta a hacerlo, por eso Cristo no elogió a quien oye sus palabras sino a quien las hace (Mateo 7:24-27). Oír la Palabra tal vez nos haga conocedores de la persona que es Dios y de Sus obras, pero hacer la Palabra (obedecerla) es lo que nos permitirá ser reconocidos por Dios en aquel día donde muchos le dirán a Él: ¡Señor, Señor! Y no serán ni reconocidos ni recibidos (Mateo 7:21-23). ¿Hace cuánto la Palabra de Dios dejó de dar fruto en tu vida? ¿Cuánta Palabra ha sido arrebatada porque no ha sido obedecida? Oh Señor quebranta  los corazones, para que el testimonio de Jesús sea aceptado, y no pueda ser quitado nunca.  Nuestro adversario no es un ser imaginario. Su existencia es real y su actividad infatigable. Señor, iguálalo y sobrepásalo. Aleja a la más inmunda de las aves del cielo, quiebra el suelo del alma, y permite que tu verdad viva y crezca verdaderamente en nosotros.

 

Oración: Padre celestial vengo ante ti conscientes de que tú todo lo conoces y no hay nada que tú no puedas hacer, Señor me rindo ante ti y te suplico perdón por la condición endurecida de mi corazón. Oh Señor humilla y quebranta mi corazón para que tú Palabra pueda penetrar en él y no quede al alcance del maligno, aleja de mi vida las aves del cielo y has que tú Palabra fructifique, Señor que al oír tu Palabra pueda creerla y que mi fe se haga visible a través de mi obediencia a tu Palabra. Amén

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