
"Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos" Mateo 15:25-27
Este pasaje resalta la fe de aquella mujer sirofenicia, que aunque no era del pueblo de Dios sabía quién era Cristo y se aseguró de estorbarle lo suficiente como para lograr que se detuviese no solamente a escucharla sino también a dar respuesta a su petición, pero en esta oportunidad no vamos a hablar de esta fe, sino de la diferencia entre un perro y un hijo que se sienta a la mesa.
Para un perro que nunca en su vida se ha sentado en la mesa a comer como comen los hijos las sobras que recibe son un manjar suficiente. Así sucede con la mayoría de las personas, se conforman con las migajas que caen de la mesa, y se sienten bien porque no conocen otra cosa, pero si por una obra sobrenatural el perro es convertido en un hijo se dará cuenta que verdaderamente existe una gran diferencia y que lo que antes consideró bueno no es ni la sombra de lo que se sirve en la mesa.
Muchos son los que han menospreciado el privilegio de ser hijos, creen que no existe una diferencia, es más algunos creen que viven mejor que los que son hijos, pero la Palabra dice otra cosa, el que no se sienta a la mesa siempre tendrá las migajas y si las migajas son buenas para ti imagina ¿cuán grande es lo que estás menospreciando? Pero no puede un perro sentarse a la mesa, eso no es correcto, es necesario ser hijo para poder hacerlo. Pero no se puede ser hijo y vivir como perro, eso tampoco es correcto, por tanto para sentarse a la mesa es necesario renunciar a vivir como perro, es necesario dejar la inmundicia, es necesario volverse a Dios, no para ser uno más que tiene a Cristo en la boca, sino para ser uno que vive como Cristo, habla como Cristo, piensa como Cristo y actúa como Cristo esto es SER CRISTIANO esto es SER HIJO DE DIOS, los demás sólo son perros que comen migajas.
Un verdadero hijo de Dios no vive como perro, el perro vomita y luego regresa a comer su inmundicia, si eso es repugnante para ti cuanto más para Dios? ¿Cuán repugnante puede ser que sabiendo que cosa es pecado persistamos en ello? Que lo que hoy confesamos, mañana volvemos a hacerlo. Es lo mismo, un verdadero hijo no se hace esclavo del pecado, dice la Palabra: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado" (1 Juan 5:18), la pregunta para ti hoy es: ¿eres o no eres hijo de Dios?
Oración: Señor y Dios Todopoderoso conoces cuanta necesidad hay en mi de ti y de tu obra, por mucho tiempo he visto tu misericordia al recibir las migajas que caían de la mesa y eso hasta hoy fue suficiente para mí. Señor sólo tu puedes obrar en mí el nuevo nacimiento, por favor Señor hazme nacer de nuevo, por favor límpiame de toda inmundicia y recíbeme como hijo, Señor toma control de mi vida para que en adelante yo como vivió Cristo entre los hombres: haciendo todo para gloria de tu Nombre. Amén
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