
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” Hebreos 12:11
Cuantas veces he escuchado a tantos creyentes decir: no ores por paciencia porque entonces Dios te dará situaciones en las cuales practicar la paciencia; o, si le pides que te haga más espiritual obtendrás más dificultad, más lucha y más dolor. ¿Quién quiere eso? La respuesta es: ¡deberíamos hacerlo! Porque si la disciplina del dolor produce el fruto apacible de justicia, debemos rogar por esa disciplina. Si significa que seremos más como Él, que lo conoceremos más profundamente, que seremos más libres de la incredulidad y que tendremos más capacidad para amar a los demás, debemos rogar por ello. “El amor es paciente” (1 Corintios 13:4). Si no queremos más paciencia, ¿qué dice eso acerca de nuestra visión del amor?
Y si no es esto ¿Cuál es la alternativa que tomaremos? ¿Amor superficial? ¿A medias? ¿Queremos que esta descripción de CS Lewis sea siempre cierta para nosotros? “Parecería que Nuestro Señor encuentra nuestros deseos no demasiado fuertes, sino demasiado débiles. Somos criaturas a medias, jugando con la bebida, el sexo y la ambición cuando se nos ofrece una alegría infinita, como un niño ignorante que quiere seguir haciendo pasteles de barro en un barrio pobre porque no puede imaginar lo que significa la oferta de unas vacaciones en el mar. Nos complacemos con demasiada facilidad”
¡No! ¡No nos dejemos complacer tan fácilmente! No tengamos miedo de pedirle a Dios que haga “lo que sea necesario” para traerle a Él la mayor gloria y a nosotros el gozo más profundo. Realmente “sigamos adelante hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).
Oración: Queremos el premio ¡Oh Padre, cueste lo que cueste, aumenta nuestro amor aumentando nuestra paciencia! ¡Cueste lo que cueste, aumenta nuestro deleite en ti! ¡Cueste lo que cueste, alinea nuestros deseos rebeldes con los tuyos! ¡Cueste lo que cueste, enséñanos a confiar más en ti! ¡Y libéranos para orar por estas cosas! En el nombre de Jesús, amén.
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