Lo magnificaré con acción de gracias

Publicado el 9 de abril de 2023, 3:00

“Alabaré el nombre de Dios con cántico; lo exaltaré con acción de gracias” (Salmo 69:30)  

 

Una marca de todos los verdaderos hijos de Dios es que anhelan engrandecer al Dios de su salvación. Este es el anhelo de todo verdadero cristiano. “Así que, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Es decir, hacer todo para que Dios sea magnificado. 

Por tanto, digo que la marca de todos los verdaderos hijos de Dios es que anhelan engrandecer al Dios de Su salvación y a Su Hijo Jesucristo, no tratamos que un Dios pequeño parezca más grande de lo que es, estamos tratando que un Dios grande comience a verse tan grande como realmente es. Que Dios es grande en todos los sentidos, que Su grandeza debe ser valorada, debería ser obvio para todos. Debería ser obvio, pero no lo es, debido a la pecaminosa insensibilidad. Muchos de los atributos más grandes de Dios y las obras más asombrosas y amorosas nos entran por un oído y nos salen por el otro sin hacer nada en nuestros corazones. Viendo no vemos, y oyendo no oímos. En esta condición, necesitamos rogar a Dios que podamos conocer Su inmensa grandeza… Pero incluso cuando Dios en Su gracia quita las escamas de nuestros ojos para que podamos ser conmovidos por Su grandeza, todavía somos propensos a olvidar  lo que hemos conocido… Por ello el salmista decía a su alma: “no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:1) no puedes magnificar lo que no has visto o lo que olvidas rápidamente. Por lo tanto, nuestra primera tarea es ver y recordar la grandeza y la bondad de Dios. Así que oremos a Dios, “Abre los ojos de mi corazón”, y prediquemos a nuestras almas, “¡Alma, no olvides todos sus beneficios!”

Pero ¿Qué es lo que mejor magnificará a Dios? Su Palabra nos dice: “le magnificaré con acción de gracias” Cuando le damos gracias de corazón, Dios es engrandecido. La gratitud glorifica a Dios ¿Por qué? Porque cuando la gratitud brota en el corazón humano hacia Dios, Él se magnifica como la única fuente de nuestra bendición.  Pero cuando la gratitud no brota en nuestros corazones, probablemente significa que engrandecerlo como nuestro benefactor. Y hay una muy buena razón por la cual los seres humanos por naturaleza no quieren magnificar a Dios con acción de gracias o glorificarlo como su benefactor. La razón es que resta valor a su propia gloria, y todas las personas por naturaleza aman su propia gloria más que la gloria de Dios.

Solo hay dos grupos de personas en el mundo cuyas diferencias entre sí tienen un significado eterno: los que aman magnificar a Dios y los que aman magnificarse a sí mismos. En la raíz de toda ingratitud está el amor a la propia grandeza. Porque la gratitud genuina admite que somos beneficiarios de un legado inmerecido. El hombre natural odia pensar en sí mismo  de este modo porque le roba toda su gloria entregándosela toda a Dios. Por lo tanto, mientras un hombre ama su propia gloria, valora su autosuficiencia y odia pensar en sí mismo como enfermo de pecado e indefenso, nunca sentirá ninguna gratitud genuina hacia el Dios verdadero y, por lo tanto, nunca magnificará a Dios, sino sólo él mismo.

 

Oración: Dios misericordioso y omnisciente y Padre de nuestro Señor Jesús, discernidor de cada corazón, ante quien todos estamos desnudos, confesamos nuestro débil deseo de magnificarte. Perdona oh Señor tal realidad en mi vida,  despierta un anhelo para engrandecerte. Engendra una fe salvadora que ame hacer todas las cosas para tu gloria. Amén

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios