
El temor en medio de nuestras decisiones casi siempre viene acompañado de la famosa pregunta ¿y si?... Los temores que están presentes en nuestra toma de decisiones muchas veces se basan en posibilidades: pensamos que algo puede suceder y no queremos que se convierta en una realidad. A menudo nuestras ansiedades más profundas tienen que ver con el futuro. Sin embargo, la Biblia nos llama a no preocuparnos por el día de mañana porque Dios conoce nuestras necesidades: “Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos? o ¿qué beberemos? o ¿con qué nos vestiremos?. Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas” (Mateo 6:31-34)
El Señor también nos llama a pensar en lo verdadero (Filipenses 4:8); es decir, lo que se corresponde con las verdades bíblicas y la realidad. Todos los escenarios posibles que creamos en nuestras mentes y que nos atormentan no son verdaderos. Nuestro rol no es tratar de controlar el futuro en medio de la toma de una decisión. Nuestro llamado es ser fieles a Dios con lo que Él ha puesto en nuestras manos, mientras confiamos en que Su gracia estará con nosotros hoy, mañana y siempre. Esto significa descansar en que el gran Yo Soy ya está presente en nuestro futuro y que desborda Su bondad en cada aspecto del mañana. Cuando nos dejamos dominar por el temor, terminamos quitando los ojos del Señor y de Su infinita sabiduría y poder. El temor nos lleva de manera equivocada a poner el foco sobre nosotros; vemos a Dios pequeño y nos engrandecemos a nosotros mismos. Dejarnos dominar por el miedo nos hace olvidar que Dios tiene todo en Sus manos y nos hace pensar que está en las nuestras.
No hay manera en la que podamos cambiar o mejorar la voluntad de Dios o Sus propósitos: “Todo cuanto el SEÑOR quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Salmo 135:6). Dios no puede ser controlado, Él es el soberano. Dios hace todo lo que Él quiere, cuando quiere y como quiere: nadie puede cambiar Sus propósitos. En medio de cualquier decisión necesitamos confiar en Dios. Necesitamos creerle cuando nos dice que Sus mandamientos son para nuestro bien (Deuteronomio 6:24), y descansar en que Él tiene cuidado de nosotros y quiere guiarnos a Sus propósitos. Por eso en cada encrucijada de la vida no tengas temor de escoger honrar a Dios obedeciendo a Su instrucción, sin importar cuan segura se vea cualquier otra alternativa, si en verdad quieres que te vaya bien escoge oír a Dios… decidir de otra manera solo será un remiendo para tu situación que al final hará peor la rotura que hoy quieres remendar.
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