Para una satisfacción más duradera

Publicado el 20 de abril de 2023, 5:55

¿Recuerda la última vez que se entró a su cocina para buscar algo que saciara su hambre? Lo más probable es que haya terminado comiendo un alimento agradable al paladar, pero con poco valor nutritivo (comida chatarra). Y, antes de que pasara mucho tiempo, tuvo que regresar, pues no se sentía satisfecho… En vez de preguntarse qué era lo mejor para su vida, optó por alimentos que solo le ayudarían por un instante. Esta misma ley es aplicable para el alimento que sacia a nuestra alma, en esto el Señor debe siempre tener la prioridad, pues fuimos creados con una necesidad intrínseca de Él. Sin embargo, en muchas ocasiones optamos por buscar los placeres temporales de este mundo,  pero el Único que puede satisfacer y llenar  nuestra alma es Cristo.

 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 42:1-2) Al igual que David, a todos nos acompañan los problemas y las decepciones, pero en vez de buscar y desear al Señor, hay quienes tratan de saciarse con otras cosas, pues creen que así quedarán satisfechos. No tienen hambre y sed de Dios, sino que buscan satisfacerse con los placeres terrenales y actividades que carecen de valor eterno. Ignoramos voluntariamente que Dios nos ha creado para Él y desea que lo adoremos (Isaías 43:21). Existimos para Su gloria (Isaías 43:7). Por tanto, si descuidamos nuestra comunión con Dios, estaremos satisfechos temporalmente con cualquier cosa que el mundo nos ofrezca. Es como si contáramos con dos menús para nutrirnos. El menú de Satanás es largo y ofrece  muchas opciones, como por ejemplo riqueza, poder y autoridad, reconocimiento y aprobación, placeres sexuales… todo esto es comida espiritual chatarra, la cual tiene un buen sabor momentáneo, pero no contiene nada nutritivo ni eternidad. Aquellos que se deleitan en ese menú buscan satisfacerse, pero llega el punto en el que solo encuentran decepción, desilusión y un gran vacío. Por el contrario, el menú de Dios solo ofrece un alimento: Jesucristo. Si nos alimentamos en Él, nos da su paz, gozo, contentamiento y seguridad eternos. Sólo el Señor nos llena y da la satisfacción que necesitamos.

Permitir que los placeres temporales ocupen el lugar de Cristo nos impedirá conocerlo. Existen muchas tentaciones a nuestro alrededor que con mucha facilidad pueden captar nuestra atención y desviarnos. Muchas veces tratamos de encontrar nuestra satisfacción en otras personas, pero ningún ser humano puede satisfacernos, pues fuimos creados por y para el Señor. O quizás hemos creído que nuestros logros y experiencias nos pueden hacer sentir satisfechos, cuando no es así, sólo Dios puede llenar el vacío de nuestras vidas. La mayoría de las personas creen que la satisfacción y realización están basadas en las circunstancias. Por eso, si no se sienten satisfechos, creen que la solución consiste en cambiar la situación que enfrentan. Pero cuando el Señor es nuestro mayor amor y anhelo, tendremos satisfacción y contentamiento en medio de cualquier circunstancia… Dios es el bien supremo que puede atesorar el hombre, fuimos creados para estar satisfechos sólo en Él porque no hay nada mejor que Él.

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