
"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten" Colosenses 3:21
Toda la paternidad humana debe usar como patrón a la paternidad divina. La guía de cada padre debiera ser vivir de tal forma que sus hijos puedan ver cómo es Dios el Padre. Ellos deben ver en su padre humano un reflejo - aunque imperfecto - del Padre celestial en su fuerza y ternura, en su ira y misericordia, en su exaltación y condescendencia, en su sabiduría excepcional y su guía paciente. La tarea de cada padre humano es ser una imagen del Padre del cielo para sus hijos. La meta de un buen padre es criar hijos sin desalentarlos, esta palabra implica desanimarse, languidecer, perder el vigor, desinteresarse, tristeza, con una especie de resignación por la vida.
"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten" No significa que sólo se debe evitar un tipo de paternidad; también significa que debemos perseguir el otro tipo, el tipo de paternidad que en lugar de desaliento da esperanza, felicidad, confianza y valor. La enseñanza de Pablo pone en claro que cuando él dice que debemos ser padres que dan esperanza en vez de desaliento, él quiere decir esperanza en DIOS no esperanza en el dinero o esperanza en la popularidad o esperanza en la educación o esperanza en un conyugue o esperanza en el éxito profesional. Si le hubieras preguntado a Pablo, o a Jesús, "¿Qué tipo de libertad del desaliento quieres que tengan mis hijos?" él no hubiera dicho, "Quiero que tus hijos sean librados del desaliento al ser llenos con la esperanza de que tendrán fortuna... o de que serán famosos, o intelectuales o exitosos." Y al considerar la felicidad como lo opuesto al desaliento, Pablo no se contentaría si un padre simplemente hiciera sentir bien a su hijo dándole lo que se le antojara. Existe una felicidad que mata. A cierto tipo de felicidad la Escritura le dice, "que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza." (Santiago 4:9). Existe una felicidad que no tiene nada que ver con Dios, y por lo tanto no tiene valor a los ojos de Dios. Viene sólo de la creación y no del Creador. Esta no es la felicidad que Pablo quiere que los padres pongan en lugar del desaliento.
¡Padres no desalienten a sus hijos, sino llénenlos con el gozo del Señor! Enséñenlos desde temprana edad y muéstrenles desde temprano que a través de muchas tribulaciones entramos al Reino de Dios (Hechos 14:22), pero ellos pueden regocijarse en las tribulaciones, sabiendo que "la tribulación produce paciencia, y la paciencia carácter probado, y el carácter probado esperanza" - ¡EN DIOS! (Romanos 5:3-4). No los desalientes, hazlos felices en Dios ayudándolos a esperar en Él.
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