Ser bendecido

Publicado el 17 de julio de 2023, 3:23

La bendición de Dios no debe tomarse a la ligera. Pero en nuestros días, las bendiciones se lanzan de manera tan superficial e indiscriminada que la palabra bendición casi ha perdido su significado. La gente habla de sentirse bendecida, y de tener un día bendecido o una vida bendecida, cuando todo va bien y no hay nada demasiado severo molestándoles en ese momento.

Dios ha bendecido, y Dios bendice, y oramos para que Dios siga bendiciendo, pero debemos recordar que Sus bendiciones son cosas serias y que no debemos tratarlas con superficialidad. Dios se toma en serio Su bendición, y nosotros también deberíamos hacerlo. Dios no bendice a las personas con ligereza y tampoco lo hace indiscriminadamente; bendice a Su pueblo según Su fiel amor de pacto por nosotros. No todo el mundo es bendecido o bienaventurado, y la bendición de Dios no debe simplemente asumirse. Solo aquellos que están en un pacto con Dios son bienaventurados, y solo aquellos que han sido redimidos por Jesucristo son bienaventurados, porque Él cumplió con la condición mediante Su vida perfecta y Su muerte expiatoria sustitutiva. Los únicos bienaventurados son aquellos que están unidos a Cristo por la fe. Como creyentes, somos bienaventurados en Cristo porque Cristo tomó la maldición del pecado por nosotros y sufrió la ira de Dios en nuestro lugar. Si alguien no está en Cristo y nunca confía en Cristo, ya está condenado. Sus aparentes bendiciones redundarán en última instancia para su condenación.

Si estamos verdaderamente en Cristo, nos esforzaremos por mostrar el fruto de Cristo. Si creemos en el evangelio, nos esforzaremos por caminar de una manera que sea digna del evangelio. Si tenemos el Espíritu, nos esforzaremos por caminar en el Espíritu. Si amamos a Cristo, nos esforzaremos por seguir y obedecer a Cristo. Si amamos a Dios, nos esforzaremos por guardar los mandamientos de Dios. Si somos bienaventurados, nos esforzaremos por poseer y perseguir las características de las que habla Jesús en las bienaventuranzas, y cuando las demostremos en este mundo, seremos perseguidos. Pero si somos egocéntricos, de corazón duro, despiadados, divisivos y arrogantes, entonces no solo no somos bienaventurados, sino que tampoco somos salvos. Pero si las condiciones y características de las bienaventuranzas son verdaderas para nosotros, somos bienaventurados y bendecidos. Podemos tener la seguridad de que Jesús es nuestro y nosotros somos Suyos, y de que nada puede separarnos de la condición presente o eterna de ser bienaventurados mientras vivimos en Su presencia y para Su gloria, ante el rostro resplandeciente de nuestro Señor, con la luz de Su glorioso rostro sobre nosotros.

Tomado de: Ministerios Ligonier

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