El éxito mundano II

Publicado el 19 de julio de 2023, 3:05

Cerramos el día de ayer con una pregunta ¿Cuál es la verdadera naturaleza del éxito? Por un lado, dado que el éxito no es intrínsecamente bueno ni malo, y que llega tanto a los piadosos como a los impíos, sería insensato situar la naturaleza del éxito únicamente en factores externos. Por otra parte, puesto que el éxito incluye necesariamente un fruto manifiesto, resulta ingenuo limitar el éxito a solo factores internos o del corazón. Entonces, debemos reunir estos dos factores y seguir la enseñanza bíblica sobre la fidelidad y el dar frutos. ¿Cómo así? A veces, vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia dará lugar a un éxito mundano. Jonathan Edwards señaló que Dios ha hecho al mundo de tal manera que vivir rectamente suele reportar dividendos mundanos. Es la persona íntegra la que a menudo consigue el ascenso. Es el trabajador dedicado en quien se puede confiar y quien consigue el aumento. Como les ocurrió a José, Ester y Daniel, el éxito mundano suele ser el subproducto de una vida recta.

Sin embargo, otras veces, vivir con rectitud puede costarte el éxito mundano. Cuando defiendes la verdad, a veces no te dejarán ascender o no conseguirás un aumento. Cuando elijas valientemente denunciar la injusticia o la corrupción, es casi seguro que te despreciarán, y puede que, a veces, pierdas uno o dos peldaños en la escalera, o incluso algo peor. Pensemos nuevamente en José, Ester y Daniel. Estos santos no solo experimentaron el éxito mundano debido a su fidelidad, sino que también experimentaron la pérdida del éxito mundano debido a su fidelidad. Podríamos decir que, en algunos casos, el éxito mundano es el fruto de la fidelidad y, en otros casos, perder el éxito mundano es el precio de la fidelidad. Para José, Ester y Daniel afortunadamente, el éxito mundano no tenía un gran control sobre sus corazones. Ellos estaban tan comprometidos con la fidelidad, que podían recibir o soltar el éxito mundano porque no era su objetivo. El éxito mundano no tenía sus corazones, la verdad es que no muchos pueden poseer el éxito mundano sin que el éxito mundano les posea a ellos. Se necesita una gran madurez espiritual para ser exitoso. Debemos suplicar al Señor que nunca nos permita tener más éxito mundano del que puede soportar nuestra madurez espiritual. «Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?» (Marcos 8:36). Comprometámonos a recibir y conservar el éxito mundano solo si ese éxito se produce y se conserva por medio de la obediencia fiel a la Palabra de Dios. Tal como lo dijo el Señor «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra» (Juan 4:34). La fidelidad a Su Padre, no la aclamación y los elogios de los hombres, era el corazón y la misión de Jesús. Pero digamos la verdad, en muchos sentidos, este compromiso hizo que Jesús no fuera muy impresionante a los ojos del mundo.

Tomado de: Ministerios Ligonier

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