
Afortunadamente, la sangre de Cristo divide y une a las familias. “¿Crees que he venido a dar paz a la tierra? No, sino división… Estarán divididos, padre contra hijo, hijo contra padre, madre contra hija e hija contra madre” (Lucas 12:651-53). “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37) a simple vista parecen palabras duras, pero contrario a esto estas son buenas noticias. Significa que venir de una familia incrédula no es una maldición segura. Una familia puede ser amablemente destrozada por la creencia de un niño. Cuando Pablo dijo a los gentiles conversos: “Por precio fuisteis comprados” (1 Corintios 6:20; 7:23), sabía que la sangre de Cristo había roto un linaje familiar de incredulidad. Si eres descendiente de incrédulos, es una buena noticia escuchar a Pablo decir: “No son los hijos de la carne los hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son contados como descendencia” (Romanos 9:8). La biología no sella ninguna maldición ni garantiza ninguna bendición. Ésta es una advertencia contra la desesperación de los hijos de incrédulos y contra la vanagloria de los padres cristianos.
Pero, ¿la sangre de Cristo no compró privilegios para los hijos de los creyentes? Sí. Cristo compró privilegios para los hijos de los creyentes. Pero él no garantizó su salvación, la bendición que llegará a las futuras generaciones de creyentes llegará sólo a aquellos que son "llamados por Dios" Ahora ¿Todos los hijos de los creyentes aman a Dios y guardan su pacto con Él por la fe en Cristo? No. Hay suficientes ejemplos de creyentes en la Biblia cuyos hijos no creyeron para mostrarnos que la fe de un padre no asegura la de un hijo. La sangre de Jesús divide no sólo cuando los padres son incrédulos, sino también cuando los hijos son incrédulos. Esto es lo que Jesús tenía en mente cuando dijo: “Los enemigos del hombre serán los de su propia casa. . . . Quien ama a hijo o hija más que a mí no es digno de mí”. Un padre cristiano puede enfrentar esta elección: ¿lealtad a Cristo o lealtad a su hijo?
Pero repito que sí, Cristo compró privilegios para los hijos de los creyentes, si así no fuese parecería inútil decir: "La promesa es para vosotros y para vuestros hijos" (Hechos 2:39), y decir: "La misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos" (Salmo 103:17), si no hubiera más importancia para una ascendencia cristiana que para una pagana cada uno de estos pasajes y muchos otros no serían relevante, pero es claramente visible de acuerdo a lo que dice la Escritura que en verdad existe una diferencia para quienes vienen de padres incrédulos a alguien que viene de padres cristianos, hay un bien de parte de Dios que les llega a los hijos de los creyentes. Dios dice en Jeremías 32:39: “Les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman para siempre, para su bien y el de sus hijos después de ellos”. Este “bien” no es la garantía de que serán creyentes al igual que sus padres, sino el don de la palabra de Dios (Deuteronomio 6:6-7), la restricción de la disciplina de Dios (Efesios 6:4), la demostración del amor de Dios (Colosenses 3:21), y el poder de la oración (Job 1:5). Dios ha ordenado, regular y normalmente, trabajar a través de estos medios para la salvación de los hijos de los creyentes, por esto Cristo murió. Los padres cristianos honran la sangre de Jesús cuando siguen y permanecen en Sus caminos por el bien de sus hijos.
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