
“Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos, Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu” Salmo 78:6-7
Charles Spurgeon, un famoso pastor a fines del siglo XIX, escribió en su comentario sobre este versículo: "La mejor educación es la educación en las mejores cosas"… es muy posible que sus hijos estén recibiendo una educación en cosas buenas, y aún en cosas necesarias, pero no en las mejores cosas. El colegio no tiene la responsabilidad principal de enseñarles las mejores cosas.
La primera lección que un niño debe aprender de su madre es acerca del Dios de su madre. La gramática es un alimento deficiente para el alma si no está condimentada con la gracia de Dios. En el día a día del hogar, los padres no solo deben repetir las historias bíblicas, sino también las obras de los mártires y reformadores y, además, los tratos del Señor con ellos mismos tanto en Su providencia como en Su gracia. En otras palabras, será la responsabilidad de una institución educativa enseñar matemáticas a sus hijos, pero responsabilidad de nosotros los padres enseñarles el evangelio y la gracia de Dios: a través de la historia, a través de las Escrituras y a través de nuestro propio testimonio de vida.
Spurgeon también enseñó: "Cada mochila debe tener una Biblia en ella". Es decir, todos los niños deben crecer aprendiendo que las cosas más importantes que deben aprender son acerca de su Creador y lo que Él nos dicho a través de su Palabra. Sin esa educación espiritual, su hijo podrá convertirse en un individuo extremadamente inteligente y letrado, pero a la misma vez ser completamente necio como para decir en su corazón "no hay Dios". En nuestro mundo hay muchísimas personas extremadamente inteligentes a quienes el Señor considera necias… equivocadas… vacías. El temor de Jehová – esto es, el poner su confianza en el Señor y Su palabra, es el punto de partida del conocimiento (Proverbios 1:7). La prioridad en la crianza de los hijos es brindar la mejor educación al enseñarles a sus hijos las mejores cosas, las cosas principales y, sin embargo, incluso después hacer todo lo que debe hacer, mucho depende solamente de lo que Dios puede hacer. Jehová es quien construye el hogar, el Señor da el crecimiento… el fruto espiritual es la obra del Espíritu Santo… y confiémosle a Él todos nuestros esfuerzos. Y, pase lo que pase, tengamos presentes nuestra prioridad: debemos demostrar, ejemplificar, enseñar, dirigir, señalar, alentar y orar por nuestros hijos, y comprometernos a orar para que cada uno de nosotros nos convirtamos en padres, que les comunican a sus hijos estas prioridades… una generación que enseña y ejemplifica a otra generación lo que significa: conocer a Dios, pensar bíblicamente y vivir sabiamente.
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