Un asunto de vida o muerte, más allá del casi salvo

Publicado el 16 de septiembre de 2023, 4:04

Pablo ordenaba a los Corintios: “Pónganse a prueba para ver si están en la fe. Examínense a sí mismos. ¿O no se reconocen a ustedes mismos de que Jesucristo está en ustedes, a menos de que en verdad no pasen la prueba?” 2 Corintios 13:5 ¿Y cómo no hacerlo nosotros, con tantos ojos de “casi cristianos” mirándonos desde las Escrituras? Leemos sobre la ofrenda de Caín rechazada, la primogenitura de Esaú rechazada y el paso de Israel por el Mar Rojo, sobreviviendo al mar, pero muriendo en incredulidad. Leemos acerca de miles de discípulos que abandonaron a Cristo después de una sola comida, y de hermanos que abandonaron a Pablo por los placeres del mundo. Escuchamos de algunos que fueron iluminados, participaron del don celestial, compartieron el Espíritu Santo, gustaron la bondad de la palabra y los poderes del siglo venidero y, sin embargo, al final viajaron hacia abajo (Hebreos 6:4-6)… gustaron a Cristo, pero Cristo nunca fue su deleite supremo.

También tenemos la mirada de aquel hermano mayor que quedó fuera de la fiesta (Lucas 15:11-32), el ejemplo de aquellos cuyo corazón es descrito como suelo en el que la planta brota por un tiempo (Mateo 13:20-21), invitados dentro del salón del banquete sin vestidos de boda “¿Cómo entraste aquí sin estar vestido de boda?” (Mateo 22:11-12), casas construidas sobre arena (Mateo 7:24-27)… Leemos sobre el rey Agripa y Festo: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28). Leemos acerca de aquella iglesia que se proclamaba viva cuando en realidad estaba muerta, asumiéndose rica y sin necesidad espiritual cuando eran pobre, ciega y digna de lástima (Apocalipsis 3:17). Y escuchamos a un ejército de Casi Cristianos que en el día final cuando “muchos”, seguros de su derecho celestial, sólo podrán balbucear: “Señor, Señor, ¿acaso no…” (Mateo 7:22-23). Muchos acudirán al juicio alimentándose de vagas esperanzas y fuertes engaños. 

Una última palabra para ti que estás leyendo esto y estás dejándote llevar por un frenesí de actividades mientras pierdes el enfoque en Cristo. Existen exhortaciones necesarias: despojarnos de todo peso y pecado; prestar atención a cómo vivimos, a lo que amamos y cómo caminamos. Examinaos a vosotros mismos para estar seguros de que sois suyosesforzaos por hacer segura vuestra vocación y elección; ocúpate en tu salvación con temor y temblor. Sin olvidar a Cristo o el enorme amor que Él y el Padre tienen por nosotros mostrado en el evangelio. El mayor negocio que debe concretarse en esta vida es no conformarse con ser un Casi Cristiano, sino ser un Cristiano Verdadero, nacido de nuevo del Espíritu. Uno que puede declarar: “La vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Diosel cual me amó y se entregó a sí mismo por mí ” (Gálatas 2:20). La verdadera fe conoce a Cristo no como un casi Salvador que casi expió casi todos nuestros pecados…. Los verdaderos cristianos, a través de la fe verdadera, se sumergen en el amor verdadero del Dios verdadero que se muestra perfectamente en la obra verdadera y consumada del Cristo verdadero y glorioso, de tal modo que Cristo llega a ser tan precioso que sólo existe un modo de vivir para atesorarle: viviendo para negarnos a nosotros mismos anteponiendo en todo momento Su gloria a nuestros deseos, necesidades y derechos.

Valoración: 5 estrellas
1 voto

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios