La persona más triste en el día más triste: casi salvo

Publicado el 15 de septiembre de 2023, 6:41

La condena en el día del juicio para un casi cristiano marcará la historia más infeliz jamás contada. Nunca la esperanza se hará pedazos desde tales alturas; nunca la victoria retrocederá tan despiadadamente; nunca el infierno devorará a una víctima tan abatida y asombrada como cuando el Casi Cristiano sea conducido al lago de fuego.

El casi cristiano: casi se salvó, casi escapó de la ira de Dios, casi encontró gozo para siempre en el Dios que casi era su Dios. Ese Día, estaba esperando que los ángeles lo recibieran con cánticos, que sus obras resultaran ser oro, que su Señor declarara: “Bien, buen siervo y fiel” (Mateo 25:23). Es posible que haya cerrado los ojos serenamente al morir, considerándose un santo. Esta es la criatura más miserable del infierno, la que siempre estuvo acercándose, pero nunca cruzó, la línea de la vida eterna. Nosotros no nos inclinamos naturalmente a hacerlo, pero deberíamos considerar que caminamos por un camino peligroso y, si nunca investigamos, si nunca revisamos nuestros cimientos, si nunca nos preguntamos “Señor, ¿seré uno de esos muchos?” Muchos, enseña Jesús, entrarán en el Día final pensando que son salvos sin serlo (Mateo 7:21-23; Lucas 13:24). No deseo que ni tú ni yo estemos entre ellos.

Misericordiosamente la Palabra de Dios nos ofrece retratos que pueden llevarnos a conocer un Casi Cristiano, pero sobretodo nos muestra el cimiento en que basa su seguridad un Casi Cristiano…  hubo alguna vez un joven rico que dijo a Jesús: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud” (Lucas 18:21 ) pocos llegan tan lejos, no sólo recibió la palabra de Dios, él se propuso obedecerla… sin embargo no fue lo suficientemente lejos. Si bien la obediencia es evidencia de la fe verdadera (Santiago 2:17) la conformidad externa por si sola no es una señal segura… Este hombre, invitado a seguir él mismo la Vida Eterna, se apartó de Cristo y de sus promesas de tesoro celestial por amor a este mundo presente y sus cosas (Marcos 10:21-22). Consideremos también las vírgenes insensatas, ellas llegaron hasta la puerta junto con las prudentes… sin embargo no tenían suficiente de lo que se necesitaba. Cuando fueron consientes de su necesidad rogaron: “Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan” (Mateo 25:8) Cuando se les niega, se apresuran a comprar más y llegan a la casa del novio sólo para ser recibidas por una puerta cerrada. Ellas llegaron hasta la misma puerta del cielo y allí, como los sodomitas, perecen con las manos en el umbral de la gloria. Eran casi cristianos, casi se salvaron y, sin embargo, perecieron. Desear la salvación, si bien es una buena señal, no es garantía de poseer la salvación. 

¿Soy suyo? ¿amo al Señor o no? ¿Soy suyo o no? Ninguno de nosotros debería ir a la muerte con esperanzas no examinadas. Hacerlo es tanto inseguro como antibíblico. “Examinaos a vosotros mismos”, ordena Pablo, “para ver si estáis en la fe. ¿O no os dais cuenta de que Jesucristo está en vosotros? ¡A menos que no pases la prueba! (2 Corintios 13:5).

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