
“Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” Miqueas 6:8
¿Qué es lo que Dios quiere de nosotros? ¿Cómo espera Él que nos comportemos? ¿Qué es lo que Dios pide de nosotros sobre todo cuando vivimos en un mundo que parece que ha perdido el rumbo? Un mundo en el que todas las cosas están de cabeza, un mundo en el que la codicia y la avaricia dirigen cada acción en nuestras vidas incluso aun las acciones espirituales, pareciera que lo que gobierna la vida de los seres humanos es el deseo de tener un poco más, ganar un poco más, adquirir un poco más…. Cuando en el camino a ganar un poco más se nos interponen los principios morales, los principios bíblicos muchas veces los hacemos a un lado porque se interponen entre nosotros y lo que tanto deseamos.
Aún los creyentes en Cristo están siendo estrangulados constantemente por personas sin escrúpulos, charlatanes religiosos que hacen negocio con la fe. Hablan de un dios bueno, de un dios que da, de un dios generoso… pero no son capaces de confrontar a todas esas multitudes que están siendo enseñados por ellos con aquello que es la realidad del corazón del hombre: el pecado. Uno de estos predicadores justificó su perverso proceder de no mencionar la palabra pecado en sus enseñanzas porque, cito textualmente: “yo no quiero hacer sentir mal a nadie al hacerlo, ni hacer sentir culpable a nadie cuando ya saben lo malo que han hecho. No debemos amenazar a la gente con el infierno sino se arrepiente, lo que se debe hacer es hablarle de las bondades de Dios pues eso es lo que atrae a la gente a Dios y al arrepentimiento” esa es la misma persona que después dice: “ore con fe a Jesús para que le traiga su BMW”. Sin embargo, hay algo en lo que este predicador si tiene razón: la gente realmente si está buscando este tipo de enseñanza. No podemos culpar solamente a estos predicadores, el pueblo que escucha también es culpable… quien está en el pulpito solamente ha sabido comercializar muy bien un producto al que cada día le aumenta más la demanda. Por ello, no es nada nuevo que frecuentemente surjan escándalos en medio de quienes se suponen deberían ser luz y sal del mundo, entre quienes se suponen que han conocido la verdad y cuyos ojos han sido abiertos por la luz gloriosa del evangelio… pero la condición de nuestros días no es una novedad en esta tierra, porque todo lo que vemos hoy es lo mismo que vio Miqueas en su tiempo, aproximadamente unos 8 siglos antes de Cristo, es la misma corrupción moral y espiritual. Los líderes religiosos eran los que promovían la inmoralidad, aquellos que debían preservarla.
Hay algunas cosas que Dios espera que Su pueblo no realice y precisamente de eso trata el pasaje de hoy, Dios no está pidiendo obras para poder amarnos, el amor de Dios no está en venta… el pueblo en tiempo de Miqueas quería saber que era aquello que ellos podían ofrecer a Dios que les diera Su perdón y sobretodo Su bendición ¿Con qué me presentaré delante del Señor? ¿Qué debo hacer para tener Su favor? (v. 6-7) La expectativa del ser humano es que puede hacer algo para cubrir su pecado y ser bendecido, eso es lo que la inmensa mayoría busca: perdón y bendición, y eso es lo que la falsa religión promete por medio de las obras y usa para sacar provecho, pero no es así. La respuesta de Dios: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios, algo simple y al mismo tiempo imposible.
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