
“Y a vosotros, estando muertos en pecados… os dio vida juntamente con Él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Colosenses 2:13-14
Cada uno de nosotros ha pecado, en consecuencia, todos nosotros tenemos una deuda espiritual. En el pasaje de hoy vemos como Pablo usó una analogía muy común de algo que era bastante conocido por las personas que leerían la carta a los colosenses. En el primer siglo, las obligaciones financieras se caracterizaban por ir acompañadas de un certificado de deuda, el cual en ocasiones era clavado en el marco de la puerta del deudor. Una vez la deuda era saldada, se marcaba como anulada, al atravesar el documento con un clavo…. Todos en algún punto de nuestra vida hemos tenido el equivalente espiritual de esto que era físico en tiempos de Pablo como consecuencia de los pecados que hemos cometido. Pero quienes han creído en Cristo, Dios les ha borrado esa deuda por completo y de manera permanente, gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. En días pasados consideramos si era posible ser buenos sin Dios y la respuesta es que no, porque detrás de todo acto de bondad está Dios incluso en aquellos hechos por quienes son incrédulos… considerando el tema de hoy es bien sabido que algunas personas llegan a creer que pueden borrar sus faltas con tan solo comprometerse a comenzar de nuevo y tomar decisiones sabias. Pero el pasaje de hoy destruye este argumento de muchos, la cruz es la única manera en la que Dios salda nuestra deuda espiritual. Sin importar cuán buenos creemos ser, ninguno de nosotros puede pagar la deuda.
Juan 3:16 afirma: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Sin duda alguna, su amor es una razón por la que el Padre envió al Salvador. Pero el segundo motivo, igual de importante, es la justicia. Nuestros pecados nos hacen dignos de muerte (Ezequiel 18:20). Porque es Justo, Dios no puede borrar nuestro pecado; es por eso que planificó pagar Él mismo nuestra deuda. El Señor pudo haber escogido responder solo con justicia al pecado de la humanidad. En ese escenario, cada persona recibiría lo que todos merecemos: el castigo eterno. O también pudo haber respondido a todos los pecados con amor y misericordia. ¿cuán horrible sería el mundo si no existieran consecuencias naturales del pecado? Dios escogió reaccionar a nuestro pecado con amor y justicia. Romanos 3:23-24 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. ¡Cuán maravilloso es que el Padre nos haya dado el regalo de no ser hallados culpables ante sus ojos!
Muchos minimizan la necesidad de la cruz y creen que existen otras maneras de llegar a ser justos ante Dios. Pero en Getsemaní fue claro que la cruz era la voluntad inevitable del Padre para para Cristo (Lucas 22:42) Jesucristo llevó nuestros pecados en la cruz para que pudiéramos tener vidas santas. ¿Cuál fue el precio que pagó el Hijo de Dios por llevar nuestros pecados? Dolor físico, el peso aplastante de la iniquidad de toda la humanidad pasada, presente y futura sobre un ser sin pecado, el sufrimiento del abandono… Él fue abandonado por todos y finalmente el peso de la ira de Dios derramarse sobre Él hasta consumirlo completamente.
Por el poder de la cruz has recibido el regalo gratuito de la justificación y la capacidad de vivir como a Dios le agrada… da gracias, y pídale que le fortalezca de nuevo para vivir en rectitud este día. Si no has respondido a la muerte de Cristo en la cruz la puerta que conduce a la vida eterna aún está abierta ¡Puedes entrar! Solamente reconoce tu iniquidad y suplica por esa gracia que hace nuevas todas las cosas.
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