¡Dios quiere que Su pueblo le alabe cantando!

Publicado el 14 de enero de 2024, 4:07

El canto es un vehículo a través del cual podemos manifestar una dimensión del amor y confianza en Dios, que difícilmente puede ser expresado con la misma intensidad a través de otro medio. Ningún ser humano en este mundo tiene más razones objetivas para cantar que el hijo de Dios, porque nadie ha sido hecho partícipe de realidades más gloriosas, realidades que difícilmente podrán ser expresadas en toda su dimensión únicamente a través de nuestro hablar. Nosotros sabemos que el Dios que hizo los cielos y la tierra, nos escogió desde antes de la fundación del mundo para hacernos partícipes de la salvación que es en Cristo Jesús. Nosotros sabemos que en Él todos nuestros pecados fueron perdonados y que por Su pura gracia se nos ha concedido el don de la vida eterna. Nosotros sabemos que nuestro Dios es fiel, inmutable, todopoderoso, perfecto en justicia, en amor y en santidad, y que ha hecho un pacto con Su pueblo de no volverse atrás de hacernos bien. También sabemos que fuimos librados de la condenación del infierno y que tenemos en Cristo una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros… El Espíritu Santo no solo nos ha hecho entender estas verdades, también las hace reales en nuestra mente, emociones y voluntad. Y eso es lo que hace que el creyente lleno del Espíritu cante.

¿Por qué Dios se deleita cuando Sus hijos le alaban cantando? Porque ese canto es una manifestación tangible de esa obra del Espíritu en nuestro ser interior, implantando en nosotros aquellas verdades que Él quiere que nosotros conozcamos y creamos. El canto del creyente es una respuesta de fe a la revelación divina. Es por eso que el cristiano puede cantar alabanzas a Dios, aun cuando se encuentra en medio de situaciones difíciles. Cuando Pablo y Silas fueron golpeados y encarcelados en Filipos, dice en Hechos 16:25 que “a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios”.

Por más terribles que sean nuestras circunstancias, Dios sigue sentado en Su trono; Él sigue siendo sabio, bueno, misericordioso, amante y fiel. Y cuando un creyente eleva su voz en alabanza, independientemente de las dificultades que tenga a su alrededor, está proclamando su confianza inquebrantable en el Dios de su salvación. Entonces, ¿por qué cantamos? Porque Dios quiere que le cantemos, porque Él se deleita en nuestro canto, a pesar de que Él conoce nuestras debilidades, y sabe que muchas veces tenemos que luchar contra nosotros mismos para cantar de corazón y no como un mero ejercicio de labios. Algún día todos los creyentes tributaremos a Dios una alabanza perfecta, pero eso será cuando estemos en Su presencia, libres por completo de la actividad del pecado en nuestras vidas. Mientras tanto, podemos y debemos seguir trayendo nuestros sacrificios de alabanza, sabiendo que esos sacrificios espirituales son aceptables a Dios por medio de Jesucristo, como dice en (1 Pedro 2:4)

Cantemos, entonces, porque no hay que tener la voz de Plácido Domingo para deleitar los oídos de Dios. Todo lo que se requiere es un corazón creyente y una garganta dispuesta para dar a Dios la gloria debida a Su nombre.

Escrito por: Ps Sugel Michelén

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