
“En aquellos días Él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” Lucas 6:12
Hay muchas cosas que hemos oído acerca de ¿Cómo orar? Pero aun no oramos, y si oramos muchas veces cuando lo hacemos todavía no oramos como debe ser. Nuestro mayor error como creyentes es que nos olvidamos de Dios en la cotidianidad de nuestra vida, es como si lo perdiésemos de vista, como si sólo fuésemos conscientes de Su presencia en aquellos momentos en que nuestro tiempo está dedicado exclusivamente a Él como cuando estamos en el culto congregacional o en nuestro tiempo de oración personal.
En el pasaje de hoy tenemos el ejemplo de Cristo antes de tomar una decisión de suma importancia para Su ministerio terrenal, a la luz de este ejemplo consideremos y evaluemos nuestra conducta cuando estamos ante una toma de decisión como contratar a una persona a nuestro servicio ¿Cuánto oramos por la dirección de Dios en ese detalle? Ni siquiera lo hacemos, preferimos confiar en las referencias que nos dan otras personas, las voces humanas frecuentemente son más importantes que la voz de Dios… Pero ¿Qué es orar? Es más que hablar con Dios, es intimar con Dios… es relacionarme con Dios para conocer Su propósito, no simplemente informarle mis deseos o necesidades… es más profundo que sólo eso. Normalmente nosotros a duras penas le hablamos a Dios, pero difícilmente intimamos con Dios.
La oración es el proceso de escucha en el que Dios organiza nuestras prioridades. La oración no es simplemente para pedir a Dios (aunque podemos hacerlo) no es para que Dios nos dé (aunque ciertamente Él nos da)… la oración es ese medio de gracia dado por Dios a través del cual yo puedo en medio de las circunstancias que atravieso entrar en el propósito de Dios, que Él organice mi mente, mi vida y que yo pueda en medio de lo que estoy viviendo saber con claridad que desea Él que yo haga… No es simplemente salir de un aprieto o solventar una necesidad, es más que eso. No es para obtener lo que yo quiero, es para saber lo que Dios quiere; lo importante no es lo que yo quiero, sino lo que Dios quiere. La oración tampoco es para cambiar la mente de Dios es para suplicar que sea hecha Su voluntad. La oración hace visible mi dependencia de Dios… yo no debo hacer absolutamente NADA sin orar, sin conversar íntimamente con mi Señor y conocer cuál es Su voluntad en cada aspecto de mi vida. Ciertamente la oración comunica mucho y la falta de oración también lo hace, por lo menos comunica:
- No tengo tiempo para orar, pero más que eso: no tengo tiempo para ti Dios.
- En esta situación no te necesito, yo lo puedo hacer sin ti… puedo tomar esa decisión sólo. No tengo que depender de ti esta vez
- Tu opinión no es importante esta vez
- Por ahora no tengo necesidad, cuando tenga necesidad hablamos. Sólo te molestaré cuando te necesite
¿Podemos tomar decisiones sin haber orado y que todo salga bien? Sí, es posible. Entonces, ¿Por qué debo orar? ¿Por qué es un pecado no hacerlo?
Añadir comentario
Comentarios