Enséñanos a contar nuestros días

Publicado el 31 de marzo de 2024, 3:25

“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” Salmo 90:12

Reflexionar sobre el tiempo puede llevarnos a ver lo débiles que somos y lo corta que es nuestra vida: «Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: volved, hijos de los hombres…Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece; por la mañana florece y reverdece; al atardecer se marchita y se seca… Los días de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es solo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos» (Salmo 90:3, 5-6, 10). Dice el salmista “Recuerda cuán breve es mi vida; ¡con qué propósito vano has creado a todos los hijos de los hombres! ¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol?” (Salmo 89:47-48). Entender nuestra debilidad es el fundamento de la sabiduría verdadera: “Señor, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy” (Salmo 39:4). La brevedad y debilidad de la vida humana son el fruto del pecado y el juicio en el mundo “Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia” (Salmo 90:8). Justo y misericordioso es Dios al poner un límite a nuestros días y ciertamente es aterrador pensar que la ira de Dios será equivalente a toda la obediencia que le debemos a Él mientras tenemos vida.

Aunque la vida es corta y la ira de Dios es aterradora, la misericordia y protección de Dios para Su pueblo son grandes. Dios es el refugio de Su pueblo: “Señor, tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación”. A lo largo de todas las generaciones de la existencia de Su pueblo, aún desde la creación, Dios siempre ha preservado y protegido a Su pueblo. Incluso en el jardín del Edén, prometió redención a los suyos (Génesis 3:15). Dios sigue siendo el hogar de Su pueblo porque Él es el Dios redentor. Aunque la vida del hombre es frágil y corta, Dios es eterno “Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios” Dios siempre ha estado y seguirá estando, porque Él nunca deja de ser. Él siempre ha sido, y Él es suficiente para sí mismo sin nosotros. Ahora, si nuestra necesidad es la de contar nuestros días contrastando su brevedad con la naturaleza eterna de Dios, entonces nuestra oración a Dios debe ser que nos enseñe a hacerlo, porque nunca aprenderemos esa lección por nuestras propias fuerzas dado que nos convencemos de que nos queda mucho tiempo de vida, y mientras estemos sanos realmente creemos que tenemos vida para mucho tiempo. Necesitamos un maestro, y el único maestro que puede rescatarnos de nosotros mismos es Dios ¡Oh Dios enséñanos a contar nuestros días! Para que no seamos necios como aquel hombre que sepultó el único talento que le fue dado (Mateo 25:14-30) aprovechemos bien el tiempo, porque los días son malos, una sola vida tenemos y no nos fue dada para complacernos a nosotros mismos sino para glorificar a Dios.

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