
“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” Isaías 53:11
Isaías pregunta "¿Quién ha creído a nuestro mensaje? (Isaías 53:1) a eso podemos decir: casi nadie. ¿Por qué hay tanta incredulidad cuando se predica el evangelio? A eso Isaías responde… "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino". Esta es la esencia de la rebelión y la incredulidad: un pueblo que sigue su propio camino. Pensemos… Dios creó al ser humano para Su gloria (Isaías 43:7). Pero, ¿a cuántos les importa esto? ¿Cuantos se preocupan por escapar del orgullo y la presunción de seguir su propio camino porque son conscientes que fueron hechos por Dios para Su camino y para Su honor? La verdad es que no muchos, de hecho, la forma más fácil de no sentirnos rebeldes contra el Rey es no pensar en el Rey. Si logras sacarlo de tu mente, entonces nada en el mundo parece más natural que hacer lo que quieras y seguir tu camino. No se siente como una rebelión, se siente como responsabilidad. Esta condición es la que muestra cuan necesaria es la sustitución… Todos somos súbditos rebeldes, no nos gusta que nos digan qué hacer, y para evitar que la voluntad de Dios entre en conflicto con la nuestra, simplemente no pensamos en Él.
Pero hay mucho más "Despreciado y desamparado de los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado y no lo estimamos". Cuando Dios envió a Su Siervo para salvar a los súbditos rebeldes, lo despreciamos. ¿Por qué? porque toda Su conducta, Su visión de la vida, Su servicio incondicional al Padre, Su adoración, Su humildad, Su temor… nada de eso respalda nuestra propia rebelión. No nos sentimos apoyados por Jesús. Era tan humilde y poco impresionante que nuestras aspiraciones de poder y reputación se sentían malvadas. Su feliz pobreza hizo que nuestro deseo se sintiera cada vez más tonto. Su disposición a sufrir por los demás hizo que nuestro anhelo de comodidades se sintiera egoísta. Y así, para protegernos, lo despreciamos, lo rechazamos… Él era una ofensa, Él fue un Siervo rechazado. Pero Él sabía que eso sucedería, esto no lo tomó desprevenido. No vino a ser servido, sino a servir y a dar Su vida en rescate por muchos.
"Ciertamente llevó Él mismo nuestras enfermedades, y llevó nuestros dolores... Pero Él fue traspasado por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra bienaventuranza cayó sobre Él, y por Su llaga fuimos curados… el Señor hizo que la iniquidad de todos nosotros cayera sobre Él". Este es el corazón del evangelio: a pesar de todo Él tomó nuestro lugar. En lugar de colapsar de dolor por nuestro rechazo, Él lleva nuestras penas. En lugar de aumentar nuestras penas, Él hizo suyas nuestras penas. En lugar de vengar nuestras transgresiones, Él es traspasado por ellas en nuestro lugar. En lugar de aplastarnos por nuestras iniquidades, Él es aplastado por ellas como nuestro sustituto. Y todo el castigo y los azotes que nos corresponden por nuestra rebelión, Él los toma sobre sí mismo para que tengamos paz y seamos sanados. No tienes que entender todas las complejidades de cómo funciona esto para ser sanado y perdonado. Dios nos dice lo que necesitamos saber: Su Siervo rechazado es un Sustituto redentor de los súbditos rebeldes. Ese es el evangelio.
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