
“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” 2 Corintios 3:2-3
El oír con fe es lo que hace posible que seamos vivificados y que a partir de ese momento seamos transformados hasta ser perfectos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13) entonces, si todo esto que he dicho es cierto es correcto también decir, que el objetivo de la predicación es que las personas que sean expuestas a ella experimenten el “oír con fe”, este debe ser el deseo de todo aquel que ha nacido de nuevo, de todo aquel que por la gracia de Dios ha sido constituido en una carta de Cristo escrita con el Espíritu Santo para ser leída por todos los hombres, que aquellos que no han creído al leer el evangelio por medio de mi conducta y al escucharlo por medio de mis palabras puedan oír con fe, que se produzca en ellos fe.
Ahora, aclaremos esto, esta fe no es meramente una decisión y tampoco es meramente una afirmación de la verdad. Consideremos Juan 1:12: “Todos los que le recibieron, los que creen en Su nombre”. Juan nombra dos verbos “recibir” y “creer”. Así que creer es recibir a Cristo. ¿Recibirlo como qué? … ¿Un hombre revolucionario? ¿un insensato? ¿un ser mitológico? No. Recibirlo por lo que Él es: infinitamente valioso, más valioso que cualquier otra cosa. La fe descrita por Juan en su evangelio es aquella que puede decir: “Todo lo considero pérdida en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús” (Filipenses 3:8). Así es como la verdadera fe acepta a Jesús. Si aceptas a Jesús como algo medianamente importante en tu vida, no estás aceptando a Jesús. Él no es medianamente importante, Él es infinitamente importante, diez mil veces más importante que cualquier otra cosa que consideres importante. Así que aceptarlo como algo infinitamente valioso es lo que te da la potestad de ser hecho hijo de Dios (Juan 1:12) … eso es lo que hace la fe y eso es la fe.
Creo que una de las razones por las que tenemos gente débil y el Espíritu Santo se apaga es porque la predicación de este tiempo no los lleva allí, porque estamos urgidos por una “decisión” y en lugar de presentar a Cristo como Aquel que es infinitamente valioso, lo estamos dando a conocer como alguien que es útil para que nosotros tengamos aquello que deseamos (salud, prosperidad, reconocimiento, logros personales…) y esa no es la fe que el Espíritu Santo produce, porque esta no es la fe través de la cual Él obra… Él está en el mundo para glorificar a Jesús (Juan 16:14), no para conceder nuestros caprichos. Jesús no es glorificado cuando se decide por Él porque se le encuentra útil. Jesús es glorificado cuando la gente está maravillada con Él, cuando lo aman, cuando lo consideran más precioso que cualquier otra cosa. Y el Espíritu Santo se ocupa de hacer que Jesús luzca grandioso, Jesús es más glorificado en ti cuando estás más satisfecho en Él… es fácil decirlo y difícil hacerlo. Pero ahí está la batalla: Cristo es magnificado cuando estoy satisfecho con Él, y esa satisfacción es lo que hace la fe. La verdadera fe nos lleva a estar contentos cualquiera que sea nuestra situación porque nuestra satisfacción no procede de nada que sea temporal sino sólo de Cristo.
El Espíritu Santo está en nosotros para llevarnos a atesorar a Cristo como supremamente precioso. Cuando entiendes y vives para este propósito todo cambia. Cambia tu forma de vivir, cambia tu forma de orar, cambia tu forma de prepararte para compartir con otros tu fe, cambia tu forma de predicar… Magnificar el valor de Cristo eso es lo que hace el Espíritu Santo y ese es el objetivo de la predicación que ocurre desde el púlpito y desde la cotidianidad de la vida.
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Comentarios
🙏🙏🙏
Alabado sea el señor.