
“Si permanecéis en mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” Juan 15:7
Una de las razones por las que fracasamos tan miserablemente en la oración tantas veces es que descuidamos las Escrituras. La comunión con Dios es una conversación de dos vías: Dios viene a nosotros a través de Su palabra y nosotros volvemos a Dios en oración. Por lo tanto, necesitamos escuchar a Dios y luego hablar con Él. Y la mejor manera de hacerlo es leyendo la Palabra versículo por versículo y luego orar, leer y orar. No tienes que leer 10 versículos y luego tratar de orar. Ora a lo largo de las Escrituras. ¿Alguna vez has tratado de convertir los Salmos en una oración? Es maravilloso, Él viene a ti en los Salmos y tú regresas a Él a través de la oración.
Llena tu mente con la Escritura y tus oraciones cobrarán vida. En China donde cualquier persona que se convierte al cristianismo es vista como un traidor a su etnia y su familia, nuestros hermanos son perseguidos y muchos de ellos no tienen Biblia, pero han memorizado largas porciones de las Escrituras y sus oraciones están llenas de la Palabra de Dios, cuan reconfortante es llevar tus cargas a Dios usando Sus Palabras. Si alguna vez tienes la oportunidad de leer los libros de oración de hombres como Spurgeon o los puritanos, te sorprenderá como cada una de esas oraciones son casi como una cadena de textos bíblicos entretejidos de diferentes maneras. Como la Palabra de Dios es usada para volver a Dios. Así que cuando leas la Biblia, hazlo con la intención de responder a Dios en secreto a través de tu oración.
Otro beneficio de considerar la Escritura cuando oramos es que la Biblia presenta varios tipos de oraciones, ¿no es así? Alabanzas a la gloria de Dios, confesiones de nuestros pecados, peticiones por nuestras necesidades, agradecimientos por las misericordias de Dios, intercesión por otros, nuestra afirmación de que confiamos en que Dios está dispuesto y es capaz de responder lo que oramos… hay toda una serie de cosas. Ahora bien, todos somos propensos a gravitar en una u otra dirección. Algunos hacen más oraciones de intercesión y descuidan la acción de gracias. Otros se deleitan en alabar a Dios, pero rehúyen de confesar el pecado. Y así sucesivamente. Bueno, necesitamos examinar nuestra vida de oración de vez en cuando y preguntarnos: ¿estoy realmente cubriendo las diversas áreas, las diversas esferas de la oración? ¿Mis oraciones suenan de alguna manera como las magníficas oraciones del apóstol Pablo? Bueno no estamos tan dotados, por supuesto, pero ¿estamos cubriendo las mismas bases? Tener presente la Escritura mientras oramos no sólo nos llevará a pedir como es la voluntad de Dios, también enriquecerá nuestras oraciones porque nunca estaremos orando del mismo modo y siempre estaremos orando acorde a la voluntad de Dios.
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