
“Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” Deuteronomio 6:5-7
Los padres que están decididos a amar a sus hijos no están dispuestos a quedarse sentados mientras las demás personas y los paradigmas culturales manipulan la mentalidad de sus hijos y perjudican la transformación de sus almas. Saben que para que sus mentes piensen y operen como le agrada al Padre, deben oír y ver mucho más de la justicia divina que de la inmundicia del mundo… Así que, con cuidado y vigilancia, considera como asegurarte de controlar la clase de influencias que permites sobre la vida de tus hijos. Esta es la obra de nuestra vida, es la inversión que debemos proteger a toda costa. Aunque no es posible protegerlos por completo, si debemos esforzarnos por contrarrestar y prevenir las malas influencias. Tal vez no lleguemos a ser padres perfectos; pero debemos ser padres que creen que la crianza es nuestro mayor privilegio y responsabilidad.
Por tanto, para poder contrarrestar las tendencias naturales y humanas de nuestros hijos, y la influencia continua del mundo debemos ser hombres y mujeres de la Palabra. Saturar las vidas de nuestros hijos con la Escritura es una tarea que nos demandará creatividad y sobretodo constancia. No podemos desistir de esta labor sin importar cuan apáticos resulten ser nuestros hijos a la Palabra, porque es más que cierto que han mostrado su apatía en otros asuntos y nosotros les hemos forzado a realizarlos por considerar que son buenos para ellos. Que los lamentos, quejidos y caras largas no desalienten tu corazón… debemos ser constantes, porque esta es la única disciplina que transformará sus mentes, renovará su espíritu y abrirá sus oídos a la voz de Dios.
Somos formadores de almas: nuestra misión es utilizar estos pocos y breves años que tendremos con nuestros hijos para ayudarlos a ser conformes a la imagen de Cristo. Para que no fracasemos en este llamado es importante que nosotros también seamos personas que aman la Palabra y disfrutamos de la Presencia de Dios… nuestra meta no es inculcar mandamientos por la fuerza, sino que nuestro estilo de vida sea lo que marque la vida de nuestros hijos en mayor manera. Nada podrá afectar más sus vidas que el ejemplo práctico de alguien que vive auténticamente para la gloria de Dios. Sigamos el patrón que nos ha sido dado en la Escritura, nutramos primero nuestra relación con Dios. Luego, en forma sistemática e intencional, envolvamos a nuestros hijos con la evidencia de Su verdad materializada a través de nuestra conducta. Y, por último, tengamos presente que: un hijo transformado comienza con un padre y una madre transformados.
Oración: misericordioso Dios Omnipotente, tu gobiernas sobre todo lo creado y nada hay que escape de tu soberana providencia, tus pensamientos son más altos y tus caminos más excelentes, nunca mi deseo hacia mis hijos será mejor que el tuyo… Padre perdona mi obstinada terquedad que me ha llevado a considerar otros medios para criarles, perdona el que me haya centrado sólo en sus necesidades materiales, oh Dios ten misericordia y dame la capacidad de amarles como tu deseas que yo les ame, transforma mi vida y úsame para transformarles a ellos. Amén
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Comentarios
Es bueno dar a conocer, como guiar a nuestros hijos en el camino de la verdad.
Amén 🙏🙏🙏
Amén