
“Un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible” Hebreos 7:16
Vivimos en una sociedad que parece apostar por la oscuridad de la derrota, y ante esto la Escritura nos presenta una realidad que desarma toda estratagema humana: Jesús vive. Aun cuando los hombres intentan sellar la tumba, cuando las fuerzas del mundo se alinean para enterrar la verdad, la resurrección de Cristo demuestra que ningún poder humano o demoníaco puede vencer la verdad resplandeciente de Su autoridad y Su misericordia.
Los fariseos y Pilato, con su seguro plan de sellar con una piedra y vigilar el sepulcro, creyeron haber asegurado el fin de la historia. Pero la realidad que la Biblia nos da es otra: la tumba fue sellada, sí, pero no pudo retener ni silenciar a Aquel que proclama victoria desde una tumba vacía. Porque Jesús mismo afirmó Su dominio sobre la vida y la muerte: Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar (Juan 10:18). Iglesia Su entrada en la muerte no fue un fracaso, fue un acto de soberano control para redimir a Su pueblo. La narrativa de la resurrección no es mera poesía religiosa; es la demostración de un reino que opera incluso en las horas de mayor oscuridad. Marcos 4:26-27 nos recuerda que el reino de Dios crece en silencio, a veces sin que podamos entender todos sus procesos, es así como un grano de trigo que muere en la tierra y produce frutos abundantes y como de la peor de las noches nació una mañana de vida para toda la creación. Hechos 2:24 nos asegura que el Padre libró a Cristo de los dolores de la muerte porque a la muerte no le era posible retenerle. Él un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible (Hebreos 7:16) una vida que no puede ser apagada por la derrota terrenal.
Durante siglos, el mundo ha puesto su esperanza en el poder, conocimiento o influencia, y, sin embargo, la historia demuestra lo mismo una y otra vez: no es posible enterrar la verdad cuando la verdad es Cristo resucitado. Mateo 28:18 afirma que toda potestad le ha sido dada en el cielo y en la tierra; Colosenses 1:16-17 lo coloca como el Autor y Sustentador de todas las cosas. Si Él está vivo y reinante, entonces cada promesa Suya encuentra su sí y su amén en nuestra experiencia. No hay derrota final para quien confía en el Rey de reyes, en ese que ha sido levantado por el poder de una vida indestructible.
No es la oscuridad que nos rodea la que está escribiendo la historia, la historia ya ha sido escrita por Aquel que venció a la muerte, por ello mantén tu fe: ante la oposición, la crítica o el sufrimiento, aférrate a la certeza de la soberanía de Cristo, sobre todo, no temas porque tu vida cotidiana está bajo Su dirección, incluso cuando no entiendas los medios o las circunstancias.
Oración: Señor Jesucristo, gracias por Tu victoria sobre la muerte y por la vida indestructible que nos das. Que la realidad de Tu resurrección transforme nuestra visión de la historia, nuestras pruebas y nuestra esperanza. Fortalece nuestra fe para creer cuando todo parece muerto, y haz de nuestras vidas un testimonio vivo de que no hay poder humano ni circunstancia capaz de enterrar Tu gloria. Oh Señor, que, al ser conscientes de Tu señorío sobre el cielo y la tierra, caminemos confiados, sabiendo que en Ti todas las cosas tienen un propósito. Amén
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Comentarios
Amén.
Amén, amén, Gloria a Dios, gracias mi Dios porque tenemos acceso por medio de nuestro señor Jesucristo al poder que levanto a cristo de la muerte, .