No tendrás dioses ajenos delante de mí

Publicado el 27 de marzo de 2023, 0:05

”Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí Éxodo 20:2-3

No hay nada más peligroso para el ser humano que malentender la ley de Dios, porque un malentendido de la ley de Dios es la raíz de la mayoría de los errores en la vida cristiana. Muchos argumentan que por estar en la gracia ya no importan los mandamientos, pero Cristo bien lo estableció al decir: YO NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY. Por tanto como creyentes que desean agradar y honrar a Dios debemos conocer y entender las palabras de Su ley.

“No tendrás dioses ajenos delante de mí”, no es solo el primer mandamiento, sino el más grande. Todos los demás se siguen de él. Si erramos en este mandamiento, la obediencia a los otros nueve es imposible. Pero, ¿no dijo Jesús que el mayor mandamiento era amar al Señor con corazón, alma, mente y fuerza? (Marcos 12:30) Eso es cierto, solamente un corazón que ama a Dios de ese modo JAMÁS tendría otro dios delante del Único Dios Verdadero.

Al ser el primer y mayor mandamiento, también es el primero en ser quebrantado. Eso fue cierto en el Edén, donde Adán y Eva dieron prioridad a la falsa interpretación de la serpiente y lo hicieron “el dios de este mundo”. También fue cierto en el Sinaí, donde se introdujo la adoración del becerro de oro. Las palabras finales de la primera carta de Juan "Hijitos, guardaos de los ídolos”, sugieren que existe un peligro tan real para los cristianos al pie del monte Calvario como lo había para los israelitas al pie del Monte Sinaí. Nuestros ídolos no necesitan ser forjados con aretes, madera u yeso para constituir un peligro espiritual para nosotros. Aparecen cada vez que intercambiamos “la gloria del Dios inmortal” por cualquier cosa creada. Cuanto más alta es la posición que ocupa algo en la escala de la bendición divina, más sutil es la tentación de adorarlo. Y así, Jesús nos advierte claramente, si algún hombre “no aborrece a su propio padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, e incluso a su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26).

La expresión hebrea de este primer mandamiento significa, literalmente “¡No tendrás otros dioses delante de mi rostro!” ¿Por qué es tan peligroso que Dios nos advierte no hacerlo? Al igual que Adán y Eva que “se escondieron de la presencia [del rostro] del Señor” (Génesis 3:8). Al acercar a otros dioses, ya no podían soportar la idea de ver el rostro de Dios. Este es el veneno de tener otros dioses: no solo tienen prioridad sobre nuestro Padre celestial, sino que también crean una antipatía interior hacia Él que pronto se convierte en una hostilidad profundamente arraigada. Por tanto “Examinaos a vosotros mismos” puede que la razón por la que tú ser interior se resiste a adorar con alma, mente y fuerza a Dios sea que existe algo creado a lo que se le está venerando mucho más que a Dios.

 

Oración: Amado Dios nos sentimos a veces tan seguros de no fallarte en este mandamiento porque no tenemos una imagen o estatua sobre un altar, pero ¿que de todo aquello que he puesto antes que a ti? Me avergüenzo y te pido perdón y te ruego límpiame de esta maldad con que he pecado contra ti no sea que un día me aleje tanto de tu presencia que no logré regresar a ti. Amén

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