El gran insulto

Publicado el 3 de enero de 2023, 5:21

"Entonces Saúl dijo a Samuel: He pecado; en verdad he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo y escuché su voz" 1 Samuel 15:24

 

¿Por qué Saúl obedeció al pueblo en lugar de a Dios? Porque temía al pueblo en lugar de a Dios. Temía las  consecuencias  humanas de  la obediencia más de lo que temía las consecuencias divinas del pecado. Temía desagradar al pueblo más de lo que temía desagradar a Dios. Eso es un gran insulto a Dios.

De hecho, Isaías dijo que tener miedo de lo que el hombre pueda hacer, al mismo tiempo que hacemos caso omiso de las promesas de Dios, es una clase de orgullo. Él cita a Dios con esta pregunta penetrante: «Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal, y al hijo del hombre que como hierba es tratado? ¿Has olvidado al Señor, tu Hacedor?» (Isaías 51:12-13) Puede que el temor al hombre no se sienta como orgullo, pero eso es lo que Dios dice que es: ¿Quién crees que eres para temer al hombre y olvidarme a mí, tu Hacedor?  El punto es el siguiente: si tememos al hombre, hemos comenzado a negar la santidad y el valor de Dios y de su Hijo Jesús. Dios es infinitamente más fuerte. Es infinitamente más sabio e infinitamente más lleno de galardones. Darle la espalda por temor a lo que el hombre pueda hacer es pasar por alto todo lo que Dios promete ser para los que le temen. Es un gran insulto y en tal insulto Dios no puede complacerse.

Cuando escuchamos las promesas y confiamos en Él con valentía, temiendo la deshonra que nuestra incredulidad trae a Dios, entonces Él es honrado en gran manera, y en ello se  complace. Si nos llamamos cristianos nuestro propósito nunca será impresionar o agradar a los hombres, sino traer gloria a Dios que nos ha llamado de tinieblas a luz admirable.

 

Oración: glorioso y soberano Dios manifiesto es que nadie hay que sea mayor que tu, sin embargo que difícil es poner tu voluntad por encima de lo que los hombres demandan de nosotros, preferimos agradar a los demás para no perder su favor y aceptación creyendo que porque eres bueno entenderás que "tenemos que" agradar a otras personas aún ofendiéndote a ti, perdóname por todas las veces que lo he hecho y ayúdame a no volver a hacerlo, ayúdame a no sentir ningún temor de darte y hacer lo que tu pides de mí. Amén

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