La soberanía de Dios y la oración

Publicado el 4 de abril de 2023, 3:00

Si Dios hace todas las cosas según el consejo de Su voluntad (Efesios 1:11), y Su conocimiento de todas las cosas pasadas, presentes y futuras es infalible, entonces ¿de qué sirve orar? Generalmente este es el gran interrogante, sobre todo en lo que atañe respecto a la salvación de los inconversos: Si Dios predestinó a algunos para que fuesen Sus hijos y los escogió antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-5), entonces ¿de qué sirve orar por la conversión de alguien? Si Dios escogió antes de la fundación del mundo a quién salvaría, ¿qué función tiene nuestra oración? Tiene la misma función que la predicación: ¿Cómo creerán los perdidos de quien no han oído, y cómo oirán sin predicador, y cómo predicarán si no son enviados (Romanos 10:14-15)? Creer en Cristo es un don de Dios (Juan 6:65; 2 Timoteo 2:25; Efesios 2:8), pero aun a pesar de ello Dios ha ordenado que el medio por el cual los hombres creen en Jesús es a través de la predicación de otros hombres.

Es simplemente ingenuo decir que si nadie difundiera el evangelio, todos los predestinados a ser hijos de Dios se convertirían de todos modos. La razón por la que esto es ingenuo es porque pasa por alto el hecho de que la predicación del evangelio está tan predestinada como lo es creer en el evangelio: Pablo fue apartado para su ministerio de predicación antes de nacer (Gálatas 1:15), al igual que Jeremías (Jeremías 1:5). Por lo tanto, preguntar: “Si no evangelizamos, ¿se salvarán los elegidos?” es como preguntar: “Si no hay predestinación, ¿se salvarán los predestinados?” Dios conoce a los que son suyos, y levantará mensajeros para ganarlosSi alguien se niega a ser parte de ese plan porque no le gusta la idea de ser manipulado antes de nacer, entonces él será el perdedor, no Dios ni los elegidos. Como escribe CS Lewis, “Ciertamente llevarás a cabo el propósito de Dios, sin importar cómo actúes, pero hará una diferencia para ti si sirves como Judas o como Juan”

La oración al igual que la predicación es un acto humano. Es un acto humano que Dios ha ordenado y en el que se deleita porque refleja la dependencia de sus criaturas hacia Él. Él ha prometido responder a la oración, y Su respuesta depende tanto de nuestra oración como nuestra oración esté de acuerdo con Su voluntad. “Y esta es la confianza que tenemos para con Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye” (1 Juan 5:14). Cuando no sabemos cómo orar según la voluntad de Dios pero aun así lo deseamos fervientemente, “el Espíritu conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:27).

En otras palabras, así como Dios se encargará de que Su palabra se proclame como un medio para salvar a los elegidos, así se encargará de que se oren todas aquellas oraciones a las que ha prometido anticipadamente responder. Creo que las palabras de Pablo en Romanos 15:18 se aplican bien a nuestra predicación y a nuestro ministerio de oración: “No me atreveré a hablar de nada que no sea lo que Cristo ha hecho por medio de mí para llevar a los gentiles a la obediencia”. Incluso nuestras oraciones son un regalo de Aquel que “obra en nosotros lo que es agradable delante de Él” (Hebreos 13:21). ¡Oh, cuán agradecidos debemos estar de que nos haya elegido para ser empleados en este alto servicio! ¡Cuán ansiosos debemos estar de pasar mucho tiempo en oración!

Oración: misericordioso Señor Dios Omnipotente, hoy te ruego que cautives a mi prójimo incrédulo con tu belleza, libera Señor la voluntad esclavizada, da vida a los muertos y que tú obra no sea resistida a fin de que mi prójimo perezca. Amén

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