
“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar del mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” Juan 13:1
Pensemos por un instante ¿Qué significa ser amado por Cristo? Ciertamente no todos juzgamos Su amor del mismo modo. Ojalá tuviese la capacidad de expresarme acerca de Su amor de tal modo que pudieses tener la sensación de ser amado por Cristo que tenía Pablo, él dijo de Su amor: “La vida que ahora vivo en la carne la vivo por la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí “(Gálatas 2:20) También dijo: “El amor de Cristo nos constriñe” (2 Corintios 5:14)… Ser amado por Cristo fue la fuerza controladora de su vida. Cuando se desviaba por algún camino equivocado, era el amor de Cristo el que lo constreñía, lo retenía y lo ponía en el camino de la verdad. La realidad más inquebrantable de su vida fue ser amado por Jesucristo.
Fue este cimiento inconmovible bajo una vida de inmenso sufrimiento lo que hizo a Pablo absolutamente indestructible en su confianza hacia Dios: ¿Quién nos condenará? (Preguntó) Cristo Jesús es el que murió, sí, el que resucitó de entre los muertos, el que está a la diestra de Dios, el que en verdad intercede por nosotros ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la espada? Como está escrito, “Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos considerados como ovejas para el matadero” No, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó… Cuando Pablo enfrentó las miserias de la vida y se sintió amenazado, como un cordero enviado al matadero, nunca utilizó esta miseria como argumento para creer que ya no era amado por Cristo. En cambio, arrojó el amor de Cristo delante de la miseria y dijo: “No puedes separarme de este amor masivo. ¡De hecho, este amor con el que soy amado por el Hijo de Dios me hará más que vencedor en esta angustia!” Ser amado por Jesucristo es literalmente algo indescriptible. Es más profundo de lo que cualquiera de nosotros sabe o ha experimentado.
Cristo nos amó en vida y nos amó en la muerte. Habiéndonos amado en los momentos más fáciles, nos amó en los momentos más difíciles. Habiéndonos amado con palabras, pan y caricias, nos amó con sangre, dolor y muerte. Nos sentimos impulsados a creer que alguien nos ama cuando aparecen dos cosas: permanecen con nosotros a lo largo del tiempo y se quedan con nosotros cuando es más costoso. Después de habernos amado a lo largo de los años (paciente con todos nuestros pecados e incomprensiones), Él también nos amó anticipadamente hasta lo sumo, hasta lo más profundo del sufrimiento por nosotros. Esto es lo que anhelamos, y esto es lo que tenemos por fe: una experiencia de ser amados con un amor que dura, que no es voluble, ni incierto, ni caprichoso, sino duradero, constante, estable. Pero no sólo un amor extenso, que perdura en el tiempo, todo el tiempo, sino también un amor intenso. Anhelamos ser amados de manera radical, profunda, excesiva, apasionada y la palabra nos dice: “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Fue largo y profundo. Oh Señor, concédenos poder comprender con todos los santos cuál es la altura y la profundidad y la longitud y la anchura y conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento para que podamos ser llenos de toda la plenitud de Dios. Amén
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