Corriendo en el ocaso de la vida

Publicado el 10 de mayo de 2023, 5:16

¿Cómo puede correr aquellos que por causa de una enfermedad o de la edad no son fuertes y ni están en forma? ¿Están llamados también a correr y a luchar? La respuesta es que todos debemos correr, ya sean viejos o jóvenes, enfermos o sanos. Y es posible para los enfermos y seniles porque la carrera es una carrera contra la incredulidad, no contra la enfermedad o la senilidad. Es posible que los enfermos ganen la lucha porque la lucha es una lucha contra la esperanza perdida, no contra la salud perdida. 1 Timoteo 6:12, Pablo le dice a Timoteo: “ Pelea la buena batalla de la fe . Echa mano de la vida eterna a la que fuiste llamado, de la cual hiciste la buena confesión”. Así que la pelea es una “lucha de fe ”. No es una lucha levantarse de la cama, sino más bien a descansar en Dios. No es una lucha conservar todas las facultades de la juventud, sino confiar en el poder de Dios. La carrera se corre contra las tentaciones que nos harían dudar de la bondad y el amor de Dios por nosotros. Es una lucha para permanecer satisfecho en Dios a través de las limitaciones físicas, la pérdida de la vista y la memoria fallida. La carrera puede y debe correrse. También en 2 Timoteo 4:7 Pablo dijo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe ”. Terminar la carrera significa mantener la fe. Es una carrera contra la incredulidad, no contra el envejecimiento o la enfermedad.

Otra forma de decirlo es que la lucha es una lucha para seguir esperando en Dios. Cristo nos presentará santos, irreprensibles delante de Dios, si permanecéis en la fe, estables y firmes, sin apartaros de la esperanza del evangelio ”. Terminar la carrera significa no abandonar la esperanza del evangelio . Es una carrera contra la desesperanza, no contra la perfección. Cuando animamos a los corredores enfermos o ancianos que dan sus últimas vueltas probablemente en una cama de hospital, lo que en realidad estamos diciendo es: “No desechéis vuestra confianza, que tiene una gran recompensa” (Hebreos 10:35) La línea de llegada se cruza al final, no por un estallido de energía humana, sino por el colapso en los brazos de Dios.

Y no olvides: En la carrera cristiana, no terminamos solos. Terminamos juntos. Es parte de las reglas (Hebreos 3:13). Restauramos a los descarriados (Gálatas 6:1; Santiago 5:20). Alentamos a los pusilánimes y ayudamos a los débiles (1 Tesalonicenses 5:14). Nos animamos unos a otros (Hebreos 10:24).  Nosotros nos ayudamos unos a otros a terminar la carrera, y al final del ocaso de nuestras vidas seamos hallados fieles, firmemente anclados en las promesas de Aquel que no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse. Amén

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