
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:1-5
Dios ordena que suframos por el evangelio y por la causa de la justicia por los efectos morales y espirituales que tiene sobre nosotros. Después de mostrar que somos justificados por la fe y que por medio de Jesús tenemos acceso a la gracia y que estamos firmes en la gracia, dice en el versículo 2 que los cristianos "nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios". La principal causa de gozo en la vida cristiana es la ansiosa expectativa de que veremos y compartiremos la gloria de Dios. Entonces, si eso es cierto, Pablo es perfectamente coherente al continuar y decir en los versículos 3 y 4 que también nos gloriaremos en las cosas que aumentan nuestra esperanza. El punto es: si nos gloriamos en la esperanza, nos gloriaremos en lo que produce esperanza.
Pero, ¿Qué es lo que trae esperanza? Los versículos 3 y 4 describen qué es eso. "Y no sólo esto [no sólo nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios], sino que también nos gloriamos en nuestras tribulaciones, sabiendo que las tribulaciones producen perseverancia, y la perseverancia [produce] carácter probado [un sentido de ser aprobados]; y el carácter probado [provoca] esperanza". Entonces, la razón por la que nos regocijamos en las tribulaciones no es porque nos guste el dolor, la miseria, la incomodidad o los problemas (no somos masoquistas), sino porque las tribulaciones producen lo que nos gusta, es decir, un sentido de esperanza cada vez más fuerte que viene a través de la perseverancia paciente y un sentido de aprobación. Entonces, la lección principal aquí es que Dios tiene un propósito en los sufrimientos de Su pueblo. Y ese propósito a menudo es diferente de la meta del ministerio en la que están trabajando. Dicho de otro modo, es posible que Dios no se ocupe de la productividad y la eficiencia de nuestro trabajo en la forma en que lo haríamos nosotros. Una y otra vez Pablo tuvo que contar con la extraña obra de Dios en sus encarcelamientos y palizas y naufragios y planes frustrados. ¿Cómo podría Dios ser tan ineficiente como para permitir que su misión sea bloqueada así una y otra vez? La respuesta: Dios se compromete a aumentar la esperanza y la santidad de Su pueblo en el proceso de alcanzar a los perdidos.
Dios tiene un propósito para el sufrimiento y la aflicción, y ese propósito es sacar a relucir la paciencia de Su pueblo por causa de Su nombre; y a través de eso probar y refinar la realidad de la fe y la lealtad a Cristo; y a través de ese sentido de aprobación fortalecer y profundizar e intensificar nuestra esperanza. Tenemos objetivos ministeriales como iglesia. La pregunta es ¿Cuánto de esos planes Dios en Su soberanía hará que suceda? no lo sé. Pero esto sé, en nuestra búsqueda obediente de estas metas como iglesia, Dios tiene un propósito para cada obstáculo y cada frustración y cada dolor y cada aflicción, y ese propósito es tan importante como las metas mismas: nuestra perseverancia, nuestro carácter probado y nuestra esperanza en la gloria de Dios. Y así, alegrémonos en la esperanza de la gloria y también en las tribulaciones que se avecinan para que tal propósito se cumpla en nuestras vidas.
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