Él ha tomado nuestro lugar

Publicado el 20 de mayo de 2023, 5:40

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” Isaías 53:11

Isaías pregunta "¿Quién ha creído a nuestro mensaje? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?" (Isaías 53:1) La respuesta a esas preguntas es: casi nadie. ¿Por qué no? ¿Por qué se encuentra tal incredulidad cuando se predica el mensaje de salvación? El versículo 6 da esa respuesta: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino". Esta es la esencia de la rebelión y la incredulidad: un pueblo que sigue su propio camino. Pensemos en esto, Dios creó a todas las personas para Su gloria (Isaías 43:7). Pero, ¿cuántos tienen esto ante sus ojos? ¿ Cuantos se  preocupan por escapar del orgullo y la presunción de seguir su propio camino porque son conscientes que fueron hechos por Dios para Su camino y para Su honor? La verdad es que no muchos, de hecho, la forma más fácil de no sentirnos rebeldes contra el Rey es no pensar en el Rey. Si logras sacarlo de tu mente, entonces nada en el mundo parece más natural que hacer lo que quieras y seguir tu propio camino. No se siente como una rebelión, se siente como responsabilidad. Describiendo esta condición es como Isaías muestra cuan necesaria es la sustitución. Todos somos súbditos rebeldes, no nos gusta que nadie nos diga qué hacer. Y para evitar que la voluntad de Dios entre en conflicto con la nuestra, simplemente no pensamos en Èl

Luego Isaías profundiza un poco más "Despreciado y desamparado de los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado y no lo estimamos". Cuando Dios envió a su Siervo para salvar a los súbditos rebeldes, lo despreciamos. ¿Por qué? El versículo 2 dice: "Creció delante de Él [Dios] como renuevo tierno, y como raíz de tierra reseca; no tiene forma majestuosa ni majestad para que lo miremos. Ni apariencia para que lo miremos" En otras palabras, toda Su conducta, Su estilo, Su visión de la vida, el dinero, las posesiones, la lujuria, la oración, la adoración, el orgullo, la humildad, el temor y la fe, nada de eso respaldaba nuestra propia rebelión. No nos sentimos apoyados por Jesús. Era tan humilde y poco impresionante que nuestras aspiraciones de poder y reputación se sentían malvadas. Su feliz pobreza hizo que nuestro deseo se sintiera cada vez más tonto. Su disposición a sufrir por los demás hizo que nuestro anhelo de comodidades se sintiera egoísta. Y así, para protegernos, lo despreciamos, lo rechazamos. Él era una ofensa, Él fue un Siervo rechazado. Pero Él sabía que eso sucedería, esto no lo tomó desprevenido. No vino a ser servido, sino a servir y a dar Su vida en rescate por muchos

Versículo 4a: "Ciertamente llevó él mismo nuestras enfermedades, y llevó nuestros dolores..." Versículo 5: "Pero Él fue traspasado por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra bienaventuranza cayó sobre Él, y por Su llaga fuimos curados". Y el versículo 6b: "Pero el Señor hizo que la iniquidad de todos nosotros cayera sobre él". Este es el corazón del evangelio de Jesús: la sustitución. Este es el gran mensaje de buenas noticias que Dios tiene para los súbditos rebeldes que estén dispuestos a dejar su rebelión. En lugar de colapsar de dolor por nuestro rechazo, Él lleva nuestras penas. En lugar de aumentar nuestras penas, Él lleva nuestras penas. En lugar de vengar nuestras transgresiones, Él es traspasado por ellas en nuestro lugar. En lugar de aplastarnos por nuestras iniquidades, Él es aplastado por ellas como nuestro sustituto. Y todo el castigo y los azotes que nos corresponden por nuestra rebelión, Él los toma sobre sí mismo para que tengamos paz y seamos sanados. No tienes que entender todas las complejidades de cómo funciona esto para ser sanado y perdonado. Dios nos dice lo que necesitamos saber. Su Siervo rechazado es un Sustituto redentor de los súbditos rebeldes. Ese es el evangelio.

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