Valientes como el león

Publicado el 28 de mayo de 2023, 4:59

Huye el impío sin que nadie lo persiga; más el justo está confiado como un león” Proverbios 28:1

Fuimos llamados a vivir una vida que muestre el valor del evangelio, una vida que anuncie lo valioso que es el evangelio. Una de las formas en que nuestras vidas muestran el valor del evangelio es cuando el evangelio nos hace valientes y sin miedo. El pasaje de hoy es una poderosa confirmación de esa verdad, existe una correlación entre la maldad y el temor, por un lado, y la rectitud y el coraje por el otro. Y el evangelio es un mensaje acerca de cómo las personas malvadas pueden estar bien con Dios a través de Jesucristo para que tengan una justicia que los haga tan audaces como un león. Ahora, esto no significa que no haya personas impías valientes, ni tiempos en los que los justos se vuelvan tímidos. Significa que, en general, hay algo en la maldad que lleva al miedo y algo en la justicia que lleva a la valentía.

Pero, ¿qué tienen los malvados que los hace huir tan a menudo cuando nadie los persigue?  La respuesta es: mala conciencia. Huimos cuando ni siquiera nos persiguen porque tenemos mala conciencia. Hay suficientes cosas malas acumuladas que hemos hecho, que una voz interior nos dice que alguien está detrás de nosotros incluso cuando no es así. La culpa es la madre del miedo, nuestra conciencia crea al perseguidor y lo hace estar allí incluso cuando no está allí. Es así desde tiempos del primer hombre desde la caída en Edén, ellos "escucharon el sonido del Señor caminando en el jardín al aire del día".  Dios no les acechaba, solo caminaba. Él no les perseguía, pero las cosas no eran lo mismo. Adán y Eva ahora tienen mala conciencia, y una mala conciencia convierte a las sombras en fantasmas, a la policía en adversarios, a los padres en policías y a Dios en un enemigo, incluso cuando no lo son. Ellos escucharon Su caminar y se escondieron con miedo… Nunca antes Adán tuvo que huir a la llegada de Dios y ahora huye cuando nadie lo persigue. ¿Por qué? Porque su conciencia lo condena y él lo escucha y ve en cada cosa que le rodea y lo siente en la presencia de Dios. Una conciencia culpable creará perseguidores a partir de cualquier cosa a menos que la ahoguemos con alcohol, o la adormezcamos con drogas, o la silenciemos con la música y el activismo, o la endurezcamos con constantes negaciones. Los malvados son personas que no corregirán lo que han hecho mal ni se propondrán hacer el bien. Y mientras la gracia de Dios persiste, huyen cuando nadie los persigue. Pero ¡ay de los impíos que dejan de oír los pasos de Dios en el jardín!

Pero los justos no son así, “los justos son valientes como un león". Dice el salmista "¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad!" Los justos son los que confían en el Señor, los que tienen fe y depositan su esperanza en la misericordia, el poder y la sabiduría de Dios. Estos son aquellos contra quienes el Señor no imputa iniquidad y cuyos pecados son perdonados. No son justos con una justicia propia, sino con la justicia imputada de Dios.

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