El regalo milagroso de Dios

Publicado el 3 de junio de 2023, 4:11

Lucas 19:9

Finalizamos el mensaje de ayer considerando que: No compramos el reino cuando reducimos nuestra vida material y vendemos cosas para poder dar. Mostramos que valoramos el reino más que las cosas. Zaqueo ilustra lo que esto significa en Lucas 19:9. Era el rico recaudador de impuestos. Cuando Jesús visitó su casa, su corazón cambió y se puso de pie y dijo: “La mitad de mis bienes se los doy a los pobres”. Cuando Jesús escuchó eso, dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. ¿Quiso decir que Zaqueo compró la salvación? No, quiso decir que la salvación cambió a Zaqueo, y la prueba fue su actitud radicalmente diferente hacia el dinero. La forma en que manejas tus posesiones muestra dónde está tu corazón. Y donde está tu corazón determina si eres salvo o no. Y si usted es salvo o no, determina si heredará el reino, el tesoro en el cielo que no envejece. Vender tus posesiones y dar en lugar de acumular más y más cosas para ti mismo es el camino hacia el reino, no el pago por el reino. Es la prueba de que amas el reino más que las posesiones. Que confíes en el Rey más que en el dinero.

Jesús sabe que este mensaje infunde temor en el corazón de sus discípulos.  Jesús sabe que es un mensaje aterrador. Y por eso dice: “No temáis, manada pequeña, a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. El camino al reino es el camino de enamorarse del Rey Jesús, confiar en nuestro Padre celestial, desenamorarse de las cosas materiales y adoptar un estilo de vida de tiempos de guerra que maximice todos los ingresos para la causa del reino. Eso es lo que Jesús quiso decir al tratar con el joven rico en el capítulo 18. Dijo: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (versículo 22). Pero él no lo haría. Y Jesús dijo: "¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!" (versículo 24).  Cuando los discípulos dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” Jesús dijo: “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (versículo 27). En otras palabras: Dios hace lo imposible; Dios mete a la gente en el reino; Dios da el reino. Las personas pueden estar tan atadas a las cosas y a la seguridad y los placeres y el prestigio de sus posesiones que no pueden “vender sus posesiones y dar limosnas”. No pueden confiar en Dios más que en la seguridad de las cosas. No pueden deleitarse en Dios más que los placeres de las cosas. No pueden asumir un estilo de vida un límite a sus gastos en cosas y canaliza todo el dinero excedente hacia las causas del reino de la compasión, la justicia y la verdad. Pero lo que ellos no pueden hacer, dice Jesús, Dios lo puede hacer. Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dio, eso es la conversión: la obra de Dios cambiando el corazón y llenándolo de la riqueza de la gloria de Cristo y liberándolo de la esclavitud de la vanagloria de las cosas.

 “El que no naciere de nuevo, no verá el reino de Dios”, dijo Jesús (Juan 3:3). “Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios” (Mateo 18:3). Nacer de nuevo y llegar a ser como un niño es un don milagroso de Dios. Sin esto nadie podrá ir ni permanecer en el camino y llegar al reino. El reino es un regalo de Dios. No se logra en nuestra fuerza. Pero es un don no porque haya un camino ancho que lleve a la vida. El camino es angosto y es el camino de vender posesiones y dar limosnas. De poner un límite a deseo desmedido de comprar y comprar y comprar, granero tras granero. El camino que lleva a la vida —al reino— lleva a través de un estilo de vida que apunta no a la seguridad, la facilidad y el prestigio de la acumulación, sino a salvar a los perdidos y enviar misioneros y alimentar a los hambrientos y sanar a los enfermos y enseñar a los simples y dignificar a los pobres con trabajo y cuidado. Y cuando sucede ese estilo de vida, es un regalo milagroso de Dios.

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