
Un gran obstáculo para transmitir la realidad de Dios a nuestros hijos es que somos tan propensos a pecar contra ellos, usarlos para nuestra conveniencia. Sacar nuestras frustraciones sobre ellos con irritabilidad e ira. Negarnos a pedir perdón cuando les hemos hecho daño. Descuidarlos por el deseo de otras cosas. A veces pecamos contra ellos directamente, más a menudo pecamos contra ellos indirectamente al pecar contra nuestro cónyuge. El dolor y la decepción de la relación matrimonial cobra un alto precio a los niños ¿Dónde encontramos los recursos espirituales para tener paz y hasta gozo en medio de una relación matrimonial que simplemente no es lo que uno quiere que sea? sólo un corazón que cada vez está más satisfecho en Dios, podrá por causa de ese afecto expulsar gradualmente del corazón viejas insatisfacciones y viejas frustraciones.
¿Qué sucede si siente que debe tener un cónyuge que lo trate de cierta manera, o que esté con usted una cierta cantidad de tiempo, o que comparta cosas espirituales contigo, o que pierda peso, o que deje un pasatiempo? Supón que sientes que debes tener ese cambio o serás miserable el resto de tu vida. Tus hijos ven esto. Están midiendo, dónde está tu tesoro, lo que realmente valoras, de dónde viene tu alegría, qué tan suficiente es Dios para ti ¿Cuál es la respuesta a este tipo de frustración y todos los pecados que vienen con ella? Jesús señala la respuesta en Mateo 13:44 "El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y entonces, en su alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo". Fue su alegría la que le llevó a esta drástica resolución… La forma designada por Dios para quebrantar el poder de un placer pecaminoso en nuestras vidas, o el poder de una frustración por la pérdida de un placer legítimo, es mediante el gozo incomparable que proviene del descubrimiento del tesoro del reino, es decir, la comunión con Dios. Cuando descubrimos que Dios satisface todo, somos libres de venderlo todo para maximizar nuestro disfrute de ese tesoro.
Esto es algo que no debe ser tomado a la ligera… vender todo no es una pérdida pequeña. Puede ser la pérdida de algo importante, algún hábito disfrutado por mucho tiempo; sea lo que sea, Cristo es más satisfactorio. Y cuando experimentas eso, te liberas del poder esclavizante del resentimiento, la irritabilidad, la ira y la autocompasión. En otras palabras, el poder de todo es quebrantado por el incomparable placer de conocer a Dios en íntima comunión. Este fue el testimonio de Pablo en Filipenses 3:8 "Estimo todas las cosas como pérdida en vista del incomparable valor del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor... Todo lo estimo como basura para ganar a Cristo" Cuando Dios satisface nuestros corazones, tanto que, en comparación, todo lo demás es basura, nuestros hijos verán esto y sentirán esto. Seremos libres para ellos y reconocerán que es el valor de Cristo lo que evita que seamos aplastados por el estrés financiero, el deterioro de la salud o las decepciones laborales. Cuan bendecido es un hijo cuyo padre no es vencido por ninguna ansiedad sombría que le impida jugar con él. Un padre que no estalla por causa de la irritabilidad, no porque no existan tensiones sino porque obtiene su esperanza, gozo y satisfacción de Dios, y no de las circunstancias. Eso rompe el poder de la pérdida, la frustración, la ansiedad y el pecado… este hijo será el beneficiario de la búsqueda de satisfacción en Dios de su padre.
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