El remedio para nuestro obstáculo

Publicado el 3 de julio de 2023, 7:36

Aprendimos acerca de cuan bendecido es un hijo cuyo padre no es vencido por ninguna ansiedad ¿cómo ser ese tipo de padre, un padre cuya pasión es estar tan satisfecho en Dios como sea posible en este tiempo? Una parte crucial de la respuesta es la oración. Estar satisfecho con todo lo que Dios es para nosotros en Cristo no es natural para nosotros: pecadores por naturaleza. Si vamos a tener ese tipo de satisfacción, será por causa de una obra sobrenatural de Dios en nuestras vidas. Por lo tanto, si anhelamos experimentar esta satisfacción liberadora en Dios, debemos pedirla como lo hizo Moisés en el Salmo 90:14-15: “Sácianos por la mañana con tu amor inagotable, para que cantemos de alegría y nos regocijemos todos nuestros días. Alégranos por tantos días como nos has afligido, por tantos años como hemos visto aflicciónSi queremos estar satisfechos con el amor de Dios y alegrarnos en Su bondad, debemos clamar por ello en oración. A menudo no tenemos porque no pedimos (Santiago 4:2).

La razón por la cual la oración es tan crucial es que, más que cualquier otra cosa, destaca la verdad de que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él. En la oración obtenemos la satisfacción como favorecidos y Dios obtiene la gloria como bienhechor. Por eso Jesús dijo: “Pedid y se os dará, y vuestro gozo será completo… Todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Hijo glorifique al Padre” (Juan 16:24;14:13). La oración es la admisión de nuestra debilidad y la fuerza del Padre, nuestro vacío y Su plenitud, nuestra necesidad y Su suficiencia. Deja que tu hijo cumpla 13 años y si no oras, oraras desesperadamente, no te das cuenta de lo que está en juego: tanto en nuestra necesidad de satisfacción en Dios, como de Su protección.

La oración hace una de sus obras más profundas y satisfactorias cuando se cruza con la Palabra de Dios en nuestras vidas. Sin oración la Palabra está ante nosotros como una página en blanco. Debemos clamar una y otra vez con el salmista: "Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley" (Salmo 119:18). Cuando Dios se acerca a una persona y contesta estas oraciones, la Palabra se convierte en una fuente de deleite que cambia la vida. “En la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:2).  Meditar la Palabra de Dios en espíritu de oración es el medio principal para encontrar la satisfacción en Dios que nos libera para el amor sacrificial. La Palabra da vida (Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23); engendra y sostiene la fe (Romanos 10:17); alienta la esperanza (Romanos 15:4); nos hace libres (Juan 8:32); obra la santidad (Juan 17:17); revive el alma (Salmo 19:7); da luz a los ojos (Salmo 19:8); alimenta la seguridad (1 Juan 5:13); vence al diablo (Efesios 6:17). No es de extrañar que Jesús dijera de sus propias palabras: "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo" (Juan 15:11 NVI). 

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