
“Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra. No permitirá que tu pie sea movido; no se dormirá el que te guarda” Salmo 121:2-3
El que te ayuda nunca duerme. Se queda despierto toda la noche, todas las noches. ¿Necesitas ayuda? Sí. ¿Dónde buscas ayuda? Cuando el salmista alzó los ojos a los montes y preguntó: “¿De dónde vendrá mi socorro?” (Salmo 121:1) y respondió: “Mi socorro viene del Señor” (Salmo 121:2), no de los montes sino del Dios que hizo los montes. Entonces, él recordó dos grandes verdades: una es que Dios es un Creador poderoso sobre todos los problemas de la vida; la otra es que Dios nunca duerme.
Dios está trabajando para Su pueblo todo el día. No se toma días libres y no duerme. De hecho, siempre anda buscando más trabajo que hacer para quienes confían en Él: “Los ojos del Señor recorren toda la tierra, para dar un fuerte apoyo a aquellos cuyo corazón es irreprensible para con Él” (2 Crónicas 16:9). Dios ama mostrar Su incansable poder, sabiduría y bondad al trabajar para los que son suyos. Jesús fue la principal forma en que el Padre mostró esto: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Marcos 10:45 ). Lo sigue haciendo ahora que ha resucitado y reina con el Padre en los cielos. Pablo experimentó esto de una manera poderosa: “No me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para llevar a los gentiles a la obediencia, de palabra y de obra” (Romanos 15:18). Cristo trabajó para Pablo toda su vida. Al final de su vida, en su última carta, dijo: “El Señor estuvo a mi lado y me fortaleció, para que por medio de mí se predicara plenamente el mensaje” (2 Timoteo 4:17). A lo largo de su vida, Pablo pudo decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Jesús es el gran trabajador, el gran dador de fuerzas.
El afán de Dios de obrar por nosotros es asombroso. Sus ojos van de un lado a otro, buscando oportunidades de trabajo para personas que confían en Él. Él no solo está esperando que obtengamos Su ayuda; Él está buscando maneras de darnos ayuda. Y lo está haciendo con un entusiasmo desbordante. “Haré con ellos un pacto perpetuo, que no dejaré de hacerles bien. Y pondré mi temor en sus corazones, para que no se aparten de mí. Me regocijaré en hacerles bien... con todo mi corazón y con toda mi alma” (Jeremías 32:40-41). No es de extrañar que se quede despierto toda la noche. Con todo Su corazón y con toda Su alma trabaja por aquellos que esperan en Él y confían en Él. Esto es lo que debemos creer, para “gozarnos siempre” (1 Tesalonicenses 5:16) y dar gracias por todo (Efesios 5:20) y tener “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses4:7), y “no estar afanosos por nada” (Filipenses 4:6) y aborrecer nuestras vidas en este mundo (Juan 12:25) y amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos (Mateo 22:39) El que comenzó la buena obra en nosotros no cesará Su trabajo hasta culminarlo… la pregunta es: ¿Ya ha comenzado esta obra en tí?
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