Un amor que bendice

Publicado el 24 de agosto de 2023, 6:35

Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud” Salmo 127:4

La tarea principal de los padres es guiar a sus hijos en forma intencional para que se transformen en hombres y mujeres distinguidos, llenos de integridad, armados de responsabilidad y firmemente arraigados en amar y honrar a Dios. Nuestros hijos son nuestra principal manera de reproducir la imagen de Dios en la tierra y extender Su plan a través de ellos, que, si Dios quiere, un día tendrán sus propios hogares. Ellos son las flechas  afiladas, dirigidas y enviadas al mundo para cumplir tareas para las cuales Dios los creo. Esta debe ser nuestra resolución como padres, y esto no sucederá sin nuestra contribución.

Existen cosas que si se darán en ellos aun cuando no queramos. Ellos se inclinaran naturalmente a sus tendencias carnales, aprenderán a ser egoístas, a sucumbir ante la rebelión y a dejarse absorber por la falta de respeto y la indiferencia hacia los demás. Si les dejamos librados a sus propios recursos, terminaran entregándose a los impulsos sutiles y explícitos de la televisión y tendencias culturales… Pero nosotros, los padres somos el mecanismo que Dios estableció para evitar que los sistemas corruptos de pensamiento se arraiguen y hagan efecto en el corazón de nuestros hijos.  Estamos en una posición de intervención, Dios te colocó a ti en la vida de tus hijos para hacer que se rebelen frente a una cultura que les insta a rebelarse contra ti... y sin importar cuán difícil te esté resultando esta tarea, no importa cuán desalentado te sientas, ni la cantidad de tiempo que creas haber perdido, hoy es un buen momento para comenzar con tus hijos y cumplir lo que Dios preparó para ti. No será fácil, pero si valdrá la pena.

Cuando nuestro objetivo principal es enseñarles a nuestros hijos la verdad de Dios, cambia toda nuestra perspectiva de la crianza. Comenzamos a filtrar nuestras decisiones basadas en ¿cómo ayudara tal cosa a mi hijo a transformarse en un adulto que conoce la verdad de Dios y anhele vivir en ella? Pueda que esto no parezca amor para tus hijos, pero tú sabrás que estás amándoles aunque por ello seas amado menos. Para nuestros hijos amor es permiso para hacer lo que ellos quieren, su visión es corta, no pueden ver ni comprender cuál es “su beneficio” más allá de simplemente disfrutar el momento. Quizás lleguen a pensar que tu amor es innecesariamente restrictivo, y puede que tú también te sientas tentado a pensar del mismo modo. Muchas veces nuestra obligación de amar deberá ir en contra de cada fibra emocional que anhela consentir y mimar. En ocasiones el mayor enemigo para amar a nuestros hijos, somos nosotros mismos. Con facilidad permitimos que nuestras emociones nos guíen en lugar de tomar la dura y resistente decisión de amarlos con sabiduría, madurez, discernimiento y disciplina.

Si deseamos amarlos como dice la Escritura, nuestra mayor aspiración no puede ser su amistad. Somos sus padres, son dos roles diferentes. A nosotros nos compete enseñarles a vivir de una manera que agrade a Dios y que los lleve a ser adultos respetuosos y responsables… El amor no es un juego de niños, es algo serio. Y nuestros hijos necesitan padres que cumplan con su trabajo llevándoles a Cristo y no solamente supliendo sus necesidades materiales.

Valoración: 5 estrellas
1 voto

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios