Lo grandioso del Evangelio

Publicado el 1 de septiembre de 2023, 4:12

Hay una verdad esencial que la modernidad ha robado de nuestros corazones: para glorificar a Dios es necesario estar satisfecho en Dios, Dios es más glorificado en mí cuando estoy más satisfecho en Él. Este es el único modo en que las raíces del pecado que nos mienten acerca de dónde encontrar satisfacción pueden ser cortadas por una satisfacción superior, entonces no sólo se trata de reconocer a Cristo como Señor y Salvador, Él también debe llegar a ser nuestro tesoro por encima de todos los tesoros y actividades terrenales. Cualquiera puede abrazar a Cristo como Salvador… la pregunta crucial para nosotros es: ¿Estás dispuesto a aceptar a Cristo como Señor de tu vida? Él puede decirte qué debes hacer. Y ¿estás dispuesto a tenerlo como el tesoro de tu vida, mayor que cualquier otro tesoro? Si no así no tenemos derecho a llamarnos cristianos.

La ignorancia de la verdad de que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él, distorsiona la doctrina y nuestra conducta como creyentes. Cuando la satisfacción en Dios no se considera indispensable, siempre habrá algo que la reemplace. Entonces encontraremos que nos hacemos autómatas que han reemplazado la pasión, la satisfacción, la alegría, el celo y el atesoramiento de Dios, con intelectualismo y legalismo. Dice Filipenses 1:20-21 “conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que, con toda confianza, aun ahora, como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte. Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” esta era la pasión de Pablo y debe ser la pasión de cada cristiano... ahora, mi pregunta es: ¿cómo es magnificado, honrado y glorificado Cristo en tu cuerpo, en la vida y en la muerte? Pablo respondió esta pregunta diciendo: “para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. La manera de glorificar a Cristo es que Cristo sea todo tu tesoro cuando mueras: no tu conyugue, ni tus hijos, ni tu iglesia, ni tu salud, ni tu pensión, ni tu sueño de casarte cuando estés muriendo de cáncer a los 18 años. Cuando enfrentas ese momento llamado muerte, y pierdes todo en el mundo y todo lo que ganas es Cristo, entonces Cristo se ve excelso. Dios se ve grandioso cuando lo atesoramos tanto, cuando satisface tanto nuestras almas que, en el momento de la muerte o cuando somos abandonados todo se va menos una cosa: Cristo, si llegado a ese punto puedes llamarle a Él tu ganancia, ahí es cuando Él es glorificado.

Cuando tienes gozo en Cristo, Él es glorificado porque este gozo funciona como un bisturí que corta las raíces de todos los gozos que nos arrastran al pecado. Nos convertimos en las personas más libres del mundo. No necesitamos lo que el mundo necesita. Podemos dejar ir bienes, parientes, amistades, comodidades e incluso esta vida mortal… y aun así no habrá perdida porque la verdad de Dios y Cristo permanecen todavía.  Por tanto, somos el pueblo más libre y peligroso del mundo.

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