
“Pero, aunque yo sea derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de su fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos ustedes. Y también ustedes, les ruego, regocíjense de la misma manera, y compartan su gozo conmigo” Filipenses 2:17-18
Pablo hace referencia a dos ofrendas: la libación y la ofrenda de holocausto total. El holocausto completo es la ofrenda principal en el Antiguo Testamento, en la que el adorador impone las manos sobre el animal sin mancha de modo que el animal sin mancha ahora representa al adorador pecador. Se mata al animal, se le drena la sangre y luego el sacerdote lo rocía sobre el altar. Después de esto, el sacerdote dispone las partes del cuerpo desmembradas sobre el altar, con especial atención a la cabeza y las partes grasas. Finalmente, el sacerdote quema todo el animal para que el animal, como representante del adorador, ascienda hacia Dios en el humo como un olor grato. Esta ofrenda es la imagen de una entrega total, del deseo sincero de acercarnos al Dios vivo y santo a pesar de nuestra pecaminosidad. En él, el adorador confiesa, en esencia: “Todo de mí para ti, oh Dios”.
Pablo también destaca este elemento sacrificial en Romanos 12:1-2. Esta es la ilustración de como en el nuevo pacto, en lugar de ofrecer un animal a través del fuego y el humo, nos ofrecemos a nosotros mismos (nuestros cuerpos y mentes) como nuestro culto racional a Dios. Presentamos los miembros de nuestro cuerpo a Dios como sus instrumentos y sometemos nuestra mente y corazón a la verdad de Su palabra. Y como Pablo deja claro en Filipenses, hacemos todo esto por fe. Cada cristiano debe ser una ofrenda viva de ascensión, presentándonos diariamente a Dios a través de la fe en Cristo. La razón más profunda por la que ahora podemos hacer esta ofrenda espiritual de nuestros cuerpos y mentes es que Cristo ha cumplido el sistema de sacrificios levíticos al ofrecerse a sí mismo en la cruz. Nos ofrecemos totalmente a Dios sólo sobre la base del sacrificio supremo de Cristo. Junto con la ofrenda principal de adoración “el holocausto total” había una ofrenda secundaria u ofrenda de grano, que representaba las obras y el trabajo del adorador y todo esto se completaba al derramar vino sobre el altar y la ofrenda (libación) Pero, ¿qué tiene eso que ver con el pasaje de hoy? Pablo dice que cada uno de los filipenses es ofrecido como sacrificio vivo, como ofrenda de ascensión. Y él es la libación que acompaña este sacrificio. Él está siendo derramado para que ellos puedan ser ofrecidos. Y así, él está dispuesto a ser derramado, hasta el fondo, es decir, hasta la muerte.
Todos estamos llamados a ofrecernos totalmente a Dios. Cada uno de nosotros es una ofrenda de ascensión, entregándose diariamente a Dios, renovando nuestra mente con Su verdad y presentando nuestro cuerpo como sacrificio vivo. Este es nuestro culto racional. Sin embargo, cada uno de nosotros también está llamado a ser libación para los demás. Estamos llamados a ser derramados como un acompañamiento glorificante. Como Pablo, trabajamos, corremos, trabajamos y damos para que otros puedan ser puros e irreprensibles para el día de Cristo… nos derramamos para que ellos se ofrezcan “Todo de mí para todos ustedes, por causa de Jesús”. Estamos llamados a vivir no para nosotros mismos, no para este tiempo… que el negarte a ti mismo y tomar la cruz cada día sea la libación que complemente también la entrega de los que están cercanos a ti, que nuestra comodidad y bienestar no sea el tropiezo para otros.
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