Un milagro llamado conversión

Publicado el 8 de octubre de 2023, 5:24

Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios” 2 Corintios 4:4 (NTV)

Estar perdido, es decir, perecer y estar destinado al infierno para siempre, es estar ciego a la gloria. Al ser expuesto el evangelio a las personas y hacerlo fielmente, bíblicamente y bajo la unción del Espíritu Santo, la luz brilla. El hecho de que la gente no lo vea es irrelevante para la realidad de la luz, su problema es la ceguera. Pablo miró rostros como los que muchos otros hemos visto, incluso dentro de nuestras familias y nuestras congregaciones. Hemos mirado los rostros de personas a quienes les hemos abierto el evangelio. Hemos descrito a Cristo en Su justicia, sabiduría, amor, verdad, paciencia, misericordia y bondad, describimos Su muerte y toda Su suficiencia para cubrir todos los pecados de todos los que creen en Él, describimos la resurrección y Su triunfo sobre el diablo, el infierno, el pecado y la culpa, y luego hemos mirado y visto rostros totalmente en blanco, duros como una piedra y ciegos como un murciélago. Nuestros corazones duelen y se rompen por la ceguera de la mente natural y del corazón natural.

Siempre que esto sucede es doloroso, increíblemente doloroso. El mismo Pablo siendo afectado por la incredulidad de su nación, se expresó de este modo: “Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito dolor por mi pueblo, mis hermanos judíos. Yo estaría dispuesto a vivir bajo maldición para siempre —¡separado de Cristo! —si eso pudiera salvarlos” (Romanos 9:2-3 NTV) Lastimosamente ese dolor sigue estando presente en el corazón de cada creyente verdadero por causa de aquellos que no pueden ver. Pero Dios que es rico en misericordia, tiene un remedio para nuestra ceguera natural, Su Palabra dice: “Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo” (2 Corintios 4:6 NTV) estas son palabras que confortan el corazón de quienes sufren por causa de la ceguera de aquellos a quienes aman… tal vez tú seas uno de esos tantos que aún no puede ver la luz gloriosa del evangelio, uno de los tantos para quien el evangelio es locura, para ti son estas palabras: mi oración, es que Dios te conceda poder ver en el mensaje del evangelio la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios; que la ceguera espiritual sea reemplazada con la capacidad de ver; y  que junto con esa capacidad de ver llegue el milagro de la conversión.

Estoy diciendo que la conversión es un milagro, porque así lo es. Dios tiene que hacer por todos lo que hizo por Pablo en el camino a Damasco, no tan dramático, pero sí igual de milagroso. Todos lo hemos experimentado, al menos, si eres salvo, lo has hecho. Espero que en algún momento tú también puedas describirlo de este modo: una vez Cristo no fue hermoso para mí. No había nada convincente en el evangelio. La cruz fue locura y piedra de tropiezo. Fue aburrido, prefería ver televisión, ir a un partido de futbol o salir con amigos…. Este asunto de la religión era absolutamente carente de mí interés. Pero un día sucedió algo difícil de explicar: se levantó un velo y mis ojos se abrieron. Aquello que siempre fue indeseable y aburrido se volvió radiante de vida, belleza y esperanza, y fui salvo. Dios abrió mí corazón y de repente fui cautivado.  Fue imposible para mi dar la espalda e ignorar aquella gloria. Era la gloria de Cristo… de repente fui consiente de mi miserable condición. Eso es conversión. Así es como la gente se salva. Así es como todos vinimos a Jesús. Convertirse no es repetir una oración, convertirse es poder ver la gloria de Cristo y nuestra propia miseria.

Valoración: 4 estrellas
1 voto

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios