El fracaso en la crianza de los hijos

Publicado el 2 de noviembre de 2023, 6:02

El hecho de que en muchos casos los métodos usados por padres de familias cristianas para lograr el bienestar espiritual de sus hijos no tienen éxito, es una triste realidad comprobada por abundantes evidencias que se siguen acumulando.

No estoy hablando de aquellas familias donde no existe la piedad doméstica, ni la instrucción, ni un culto familiar, donde tampoco se oyen las oraciones familiares, ni las amonestaciones de parte de los padres ¡Esta negligencia cruel, maligna, mortal, de los intereses eternos de los hijos sucede en familias que profesan ser cristianas! Es una inconstancia monstruosa y un sorprendente abandono de sus principios, con razón los hijos se desvían. Esto es fácil de explicar. Algunos de los peores inmorales que conozco han venido de tales hogares. Sus prejuicios en contra de la fe cristiana y su antipatía por las prácticas cristianas son mayores que los hijos de padres incrédulos. Los que profesan ser creyentes y son inconstantes, hipócritas y negligentes, con frecuencia generan en sus hijos e hijas una aversión y desilusión contra la piedad imposible de cambiar, y parece producir en ellos una firme determinación de apartarse lo más lejos posible de su influencia.

Hablaré ahora del fracaso de una educación religiosa donde se ha llevado a cabo en alguna medida, tristemente existen muchos ejemplos... Vemos con frecuencia a niños que a pesar de la instrucción y la oración, aun así, olvidan las enseñanzas que han recibido, y crecen para ir al mundo para hacer el mal. Mi propósito no es agregar aflicción a las aflicciones de los padres diciendo simplemente que en todos los casos se debe a la negligencia de los padres. No quiero echar, sal a la herida que la impiedad de los hijos ha ocasionado en el corazon de los padres. Sé que en muchos de los casos no se les puede adjudicar culpa alguna a los padres. Es únicamente por la depravación del hijo que nada fuera del poder del Espíritu Santo puede subyugar, que lo llevó a un resultado tan lamentable. En algunos casos, los mejores métodos de educación cristiana, cumplidos fielmente y mantenidos con la mayor perseverancia, han fracasado totalmente. Dios es soberano y tiene misericordia de los que Él quiere (Romanos 9:15).

No obstante, en la educación cristiana existe la tendencia de querer asegurar el resultado deseado. Por lo general, Dios sí bendice con Su influencia salvadora a tales esfuerzos “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Pr. 22:6). Por lo general, esto se cumple, pero también Dios en Su soberanía permite muchas excepciones.  Y son esas excepciones las que ocuparan nuestro próximo estudio, consideraremos los principales obstáculos que pueden impedir el éxito en la educación cristiana de los hijos.

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