
La conducta inconstante de los padres mismos es, frecuentemente, un obstáculo poderoso para obtener el éxito en la educación cristiana... ¿Cómo tiene que ser la influencia del ejemplo de los padres? Los hijos pueden captar mucho de la fe cristiana en la conducta de sus padres. Pero cuando ésta incluye tantas "pequeñas" contradicciones, es poco el aporte que estamos haciendo para que nuestros hijos formen una buena opinión o que la estimen más. En algunos cristianos hay tanta mundanalidad, tanto conformarse a las necedades de moda, tanta irregularidad en el fervor diario, tantos arranques de ira que nada tienen de cristianos, tanto dolor inconsolable y quejas lastimeras bajo las pruebas de la vida, tantas frecuentes actitudes negativas hacia sus hermanos cristianos que sus hijos ven la fe cristiana como algo sumamente desagradable.
Padre de familia, si quiere que sus enseñanzas y amonestaciones a su familia tengan éxito, hágalas respetar por el poder del ejemplo. No basta que sea piadoso en general, sino que debe serlo totalmente; no sólo debe ser un buen discípulo, sino uno excelente; no sólo un creyente sincero, sino uno constante. Nuestros estandares deben ser tan altos como lo demanda la Escritura... tanto que, es preferible hablar menos acerca de nuestra fe y demostrar más con nuestra conducta. Tengan cuidado de cómo actúan porque todas sus acciones son vistas. Nunca hablen de la fe si no es con reverencia. No se apuren a hablar de las faltas de sus hermanos cristianos. Cuando se presente el tema, que sea en un espíritu misericordioso hacia el ofensor y con un decidido aborrecimiento por la transgresión más no por el transgresor. Muchos padres han dañado irreparablemente la mente de sus hijos por su tendencia a averiguar, comentar y casi alegrarse de las inconstancias de otros creyentes. Guíen sus pensamientos hacia aquellos creyentes que en el pasado y el presente han vivido para la gloria de Dios, resalte ante ellos la hermosura de una piedad ejemplar. En resumen, en vista de que su ejemplo puede ayudar o frustrar sus esfuerzos en la conversión de sus hijos, considere el mandamiento: “Debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 Pedro 3:11).
Otro obstáculo para lograr el éxito en la educación cristiana se encuentra, a veces, en la conducta desenfrenada de alguien mayor en la familia, especialmente en el caso de un hijo rebelde. En general, los hijos mayores tienen una influencia considerable sobre los demás y, muchas veces, establecen el tono moral entre ellos. Sus hermanos y hermanas menores los admiran. Traen amigos, diversiones a la casa y con ello forman el carácter de los menores… Por lo tanto, es muy importante que los padres presten particular atención a sus hijos mayores. Si por desgracia, los hábitos de éstos son decididamente contraproducentes para la formación cristiana de los otros, deben ser separados de la familia si es que en ellos no hay respeto ni disposición de obedecer las reglas de los padres. Un hijo inmoral puede llevar a todos sus hermanos por mal camino. Los padres pueden vacilar en sacar de casa a un hijo libertino por temor de que empeore más, pero ser bueno con él permitiéndole quedarse a pesar de su conducta, es una crueldad hacia los demás hijos. La maldad es contagiosa, especialmente cuando la persona con esta enfermedad es un hermano.
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