Cuando el evangelio se hace vivencia

Publicado el 13 de noviembre de 2023, 4:21

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.  Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” Hechos 2: 44-47

La vida cristiana es una vida de gozo y satisfacción, porque es el resultado del trabajo de Dios en cada uno. Es cuando el evangelio deja de ser un conocimiento, algo intelectual, y pasa a ser una vivencia, un estilo de vida. En los hermanos de la iglesia primitiva se observa una transformación de su carácter que les permitían estar en gozo siempre, y esto solo lo hace Dios a través de Su evangelio. Los apóstoles se dedicaban a la enseñanza continuamente y todos se gozaban de la apertura del entendimiento y conocimiento del carácter de Dios. La ausencia de gozo en nosotros, muchas veces es obra de la carne, no del espíritu. Es maravilloso como era la comunión entre los primeros creyentes agregados a la iglesia. Además de compartir las enseñanzas y la oración, también compartían el pan diariamente.

Comían juntos con alegría y compartían el pan. Una de las maneras de expresar el amor por los demás es compartiendo los alimentos. Las comidas en unidad forman lazos, vínculos entre las personas… Adicionalmente oraban juntos diariamente. Esta acción es reconfortante y restauradora de relaciones. Cuando se ora en unidad sucede una de dos cosas, o Dios deja de ser Dios, o las personas cambian y dejan atrás sus diferencias. Y Dios nunca dejará de ser Dios… por tanto al orar en comunidad tenemos intimidad tanto con Dios como con los hermanos, y mejora la unidad. Los hermanos de la iglesia primitiva compartían sus bienes y propiedades para que los otros hermanos pobres no tuvieran necesidades, para suplir sus necesidades. El dar cosas materiales al necesitado produce gozo y alegría, porque imitamos a Dios al despojarnos de algo para dárselo a alguien. Debemos batallar contra los deseos egoístas de la carne de no querer ser dadivoso, de no querer dar al necesitado especialmente a nuestros hermanos en Cristo.  La abundancia muchas veces produce egoísmo y deseo de acumulación, mientras que la escasez hace todo lo contrario. El dar cosas materiales para suplir necesidades de otros creyentes produce unidad, y la gracia de Dios se hace abundante.

Después de la llenura del Espíritu Santo, los hermanos de la iglesia del primer siglo fueron unidos y agradecidos por el favor de Dios para con ellos, por el don de la salvación que habían recibido, y esa misma unidad y gozo de estos hermanos debería ser evidenciada en cada iglesia local, puesto que somos gobernados por la misma cabeza: Cristo. Oh Padre eterno, alabamos tu santo Nombre, y rogamos que aumentes y mantengas en nosotros ese espíritu de amor, compañerismo y servicio desinteresado que hizo que la iglesia del primer siglo trastornara al mundo de aquel entonces no solo por sus palabras sino por la manera en que vivían lo que predicaban. Amén

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