
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! 2 Corintios 5:17-20
Es maravilloso cuando el evangelio llena la vida de una persona y la transforma. Es la misma cara al verse en el espejo, pero ahora es una persona cambiada, se ha transformado su corazón. Y Pablo explica como ocurre eso: todo esto proviene de Dios. Nos hace criaturas nuevas, nos reconcilia consigo mismo a través de Cristo. La Parábola del Hijo Pródigo refleja perfectamente como Dios nos reconcilia consigo mismo, nos muestra una buena imagen que podemos asociar. El padre del hijo pródigo sale a su encuentro cuando ve que regresa. Así mismo hace Dios, se regocija al ver que uno de Sus hijos regresa a Sus caminos. Porque en la cruz de Cristo estaba el mismo Dios reconciliando el mundo con Él, no tomado en cuenta a la humanidad sus transgresiones. Esta es la mejor noticia que puede recibir alguien que ha nacido desahuciado y en banca rota espiritual. Dios hace estas cosas a través de Cristo, quien asumió el pecado de cada uno de nosotros para pagar por nuestra cuenta, aún sin conocer pecado. Él tomo mi pecado y a cambio Su rectitud se abona a mi favor. Él me declara recto: ese fue el intercambio que hizo Dios con nosotros, un glorioso intercambio. Es un regalo de parte de Dios, porque nosotros no pusimos nada. Luego de ese sacrificio, viene la justificación y la salvación.
Hemos sido escogidos y muy favorecidos al ser constituidos en vasijas de Su misericordia… cartas vivientes escritas por Dios en favor de quienes no han creído. Por tanto, el evangelio no sólo nos libra de la condenación eterna, también nos constituye embajadores de Cristo. Dios estaba en esa cruz reconciliando a través de Cristo el mundo con Él. También nosotros debemos continuar reconciliando con Dios a cada persona que nos toque conocer o tener algún tipo de relación. Debemos ser embajadores de Cristo, continuar esa labor de reconciliación… por tanto, eliminemos de nuestra vida las cosas que no nos permiten salir a reconciliar a los que no han creído con Dios. Es el único sacrificio de nuestra parte, eliminar cosas de nuestro carácter, de nuestra personalidad, y lograr el cambio que quiere Dios para nosotros… oh amada iglesia, no sea que por causa nuestra los que confían en Dios sean avergonzados… no sea que por causa nuestra los que buscan a Dios sean confundidos (Salmo 69:6) Oh Señor y Dios nuestro, te rogamos aumenta y fortalece nuestra fe. Que tengamos presente en nuestro corazón el deseo firme de reconciliar a nuestros relacionados con Dios, para esto es que hemos sido llamados de tinieblas a luz… no nos entregues a ser sal que no sala o pámpano que no lleva fruto. Amén
Añadir comentario
Comentarios